Pocas industrias como la televisión reflejan de manera flagrante la inequidad social que hace más de dos semanas estalló en forma de descontento en las calles del país.
Esa constatación de estar en el centro de un dilema ético ha cruzado toda la pantalla televisiva. Lo hemos visto en los programas de entretención, donde animadores como Tonka Tomicic, Sergio Lagos o Julia Vial han sido interpelados sobre sus sueldos por personeros políticos llamados a rendir cuentas sobre sus dietas parlamentarias. Al comienzo se pensaba que era tan fácil como disparar sobre quienes pedían raspados de olla, pero no, ellos iban a contraatacar con el mismo argumento: ¿Y tú cuánto dinero ganas?¿Cuántas veces más gana un animador que el sueldo más bajo de este canal?
Al comienzo, la mayoría de los comunicadores enmudeció. Luego se impuso un criterio común: que el sueldo de un canal privado no lo pagan los impuestos de los chilenos.
Con el paso de los días el desfile por los matinales de parlamentarios ha disminuido y se ha dado espacio a nuevos voceros, organizaciones comunales y líderes sociales. Voces que han implicado, tanto para los equipos detrás de pantalla como para quienes aparecen en cámara, el esfuerzo de ponerse a tono con una realidad que no les era tan ajena.
La pantalla televisiva, la TV abierta, ese espacio común donde aún podemos tener una mirada colectiva, va imponiendo desde la franja de la entretención un nuevo juicio de la realidad. Ya no solo de veracidad. Una especie de despertar.
Hace un par de semanas había renunciado Katherine Salosny y ahora acaba de anunciarse la renuncia de Ignacio Gutiérrez, animador de “Buenos días a todos”, de TVN, a su calidad de rostro para concentrarse en los espacios de su productora. Uno de ellos, “Cariño malo”, que se dedicaba a los dramas amorosos, ahora recibe testimonios de corte social. También se anunció la cancelación del estreno “Atrevidas”, en Canal 13, un programa que se promocionaba con Raquel Argandoña, Tonka Tomicic y Francisca García-Huidobro acarreando bolsas de compras como símbolo de ¿estatus?, ¿glamour?, ¿liberación? Esa era la otra realidad. Y en “Podemos hablar”, de CHV, ahora las preguntas ya no buscan revelar abusos sexuales en cada capítulo. El viernes último el espacio de conversación se adentró en la contingencia y logró un impactante relato: de cómo la modelo Renata Ruiz, al llevar a su hija de urgencia a una clínica durante el estado de emergencia, fue apuntada por militares y vecinos armados en San Carlos de Apoquindo.
Los hechos que la TV ha silenciado y desoído son los que hoy también le darán una nueva oportunidad. No hay un espacio colectivo como esa pantalla, no hay un medio con el covisionado que tiene la televisión abierta del país. Es por eso que los rostros también están siendo interpelados en pro de contribuir con el cambio de esta industria a la que prestan servicios —porque la mayoría no está contratada— y que se financia con lo que los telespectadores consumen —muchas veces endeudándose—, porque justamente los ven a ellos promoviendo estilos de vida en cada tanda comercial.