Esta serie chilena no escapa al destino de muchas otras, que obtienen fondos del Consejo Nacional de Televisión para su realización y luego deben esperar muchos meses y hasta años para ser exhibidas. Le pasó a “Casa de Angelis”, “Ramona”, “Bichos raros”, todas de TVN. Y ahora, en el mismo canal, salió del congelador “Amor en línea”, que había sido anunciada para la temporada 2017.
El propósito de esta ficción, que se emite los sábados a las 22:30 horas, es mostrar cómo se viven las relaciones amorosas en tiempos de aplicaciones y redes sociales. Para ello, se echa mano de personajes que representan a gente común: Ignacio (Ricardo Fernández), un profesional cuarentón que se acaba de separar y queda a cargo de sus hijos adolescentes; Sandra (Luciana Echeverría), una joven maquilladora y manicurista que atiende a domicilio y es responsable de su abuela (Grimanesa Jiménez), quien padece de alzhéimer.
El mejor amigo de Ignacio (un hiperventilado Roberto Farías) intenta que este vuelva a las pistas amorosas y le hace un perfil en Tinder. En tanto, Sandra debe internar a su abuela en una casa de reposo y, tras vender todas sus pertenencias, tiene que desalojar la casa en que viven. Al quedar sin techo, se ve obligada a pedirle cobijo a un expololo (Gastón Salgado), que la “jotea” de modo subliminal. Estos son los personajes principales de la historia que, aunque intenta ser innovadora usando emoticones y textos de WhatsApp, deja patente el tiempo que pasó entre su realización y su exhibición. Por ejemplo, los personajes se hacen perfiles en Facebook para comunicarse y conocerse entre sí, mientras la red Instagram no aparece por ningún lado.
Ese retraso tecnológico podría perdonarse, pero no la lentitud con que se desarrolla. Recién en el cuarto episodio, con el encuentro cara a cara entre Ignacio y Sandra —después de intercambiar muchos mensajes de texto—, el relato empieza a tomar cuerpo. “Amor en línea” tiene ciertos momentos graciosos, sobre todo con los personajes de Farías, Salgado y el youtuber Benjamín “Pollo” Castillo, quien interpreta al hijo de este último. Pero también hay personajes estereotipados y poco creíbles, como la profesora del hijo de Ignacio (Sofía García), que se obsesiona con él, o la exesposa del mismo (Daniela Lhorente).
Entre las contadas cosas a rescatar está la cámara, que registra a una Providencia luminosa con plazas y calles amigables. La pareja protagónica tiene humanidad, pero el guion no le imprime ritmo ni vértigo a su romance, y las historias paralelas —con los hijos de Ignacio— no alcanzan a desarrollarse como para atrapar al televidente. Hasta el quinto capítulo, emitido el 21 de septiembre, la serie registraba un promedio de 3,3 puntos de
rating.