El panorama político está ambiguo, por ausencia de rumbos y de contenidos claros. El Gobierno, en su reciente cambio ministerial, no destacó un camino con ideas matrices claras que aglutinen y entusiasmen a la ciudadanía. Esto se traduce en la partida anticipada de las carreras presidenciales en Chile Vamos, con múltiples aspirantes y una unidad enredada por la diversidad de contenidos y afán de preeminencia de cada partido.
El panorama de la oposición tampoco está despejado. Los partidos duros, enredados en sus pugnas y sin mensaje a la ciudadanía. Los partidos de centro, enfrentados a la disyuntiva de que si no se juntan con la izquierda “dura” mueren, y si se juntan, estos últimos los matan. Entretanto, el Ejecutivo se desdibuja tratando de aprobar proyectos inviables por la obstrucción de la oposición. Su estrategia solo ayuda a la unidad de esta, la que mediante su bloqueo sistemático va formando poco a poco una argamasa de unidad.
Esta ambigüedad del escenario político se agrava por la abundancia y diversidad abismante de temas trascendentales que afectan a la población y copan la agenda de todos los ministerios. ¿Es posible que los ministros puedan abordar tantos y tan diversos temas con claridad y acierto? Para aliviar esta demanda administrativa se necesita, como nunca, que el Gobierno exponga ideas básicas que ordenen la acción y marquen el rumbo para todos, más allá del día a día y, además, que generen una adhesión ciudadana. Ya se sabe que los temas económicos, aunque marchen bien, no generan mística.
Esta multiplicidad de tareas revela una herencia negativa que ha ido creciendo a través de los gobiernos. El mundo político tiene como primera prioridad la búsqueda y el afianzamiento en el poder, con todo lo que ello implica de satisfacer las demandas de grupos poderosos, sindicales y gremiales principalmente. Esto agrava la ambigüedad de la acción política y explica que las necesidades de la población hayan quedado relegadas, generando distancia y suspicacia entre los ciudadanos de a pie. La acumulación de sus problemas formó una bola de nieve que ya no cabe debajo de la alfombra.
La suma de esta falta de camino político y dificultad administrativa hace impredecible la ruta que tomará el país en el próximo período. Esta incógnita abre amplia puerta al denostado populismo en sus diversas versiones, que no es más que la respuesta popular al vacío político. Por ahora, la incógnita del futuro no se despeja por la ambigüedad del presente.