A veces, con mi mujer vamos de paseo por las casas que ella habitó de niña. Me revelan lo suyo. Y vemos mis lugares, me remecen: desde los postigos de las ventanas hasta el zinc del techo.
Una conexión análoga sienten quienes pertenecen a los pueblos originarios cuando regresan de visita a sus territorios (La ley en Chile reconoce a los pueblos aymara, quechua, licanantai, colla, diaguita, rapanuí, mapuche, kawésqar y yagán). La mayoría son urbanos, van perdiendo su lengua.
Mañana el Ministerio de Educación celebra una reunión clave en el "Diálogo Nacional de las Bases Curriculares de Educación Básica para Pueblos Indígenas". El proceso partió en junio de 2018 con consultas a los pueblos.
Leí las actas de las reuniones; me abrumaron la complejidad, las dificultades para lograr consensos (Ver https://consultaindigena.mineduc.cl).
Tal como mis casas de infancia resuenan con quién soy, para los participantes de esas reuniones, su lengua los liga con sus ancestros, sus artes, su espiritualidad, sus conocimientos, su territorio.
Muchos alegan derechos territoriales y algunos han pactado espacios con el Estado que, en tantos casos, se los arrebató. Pero leo las peticiones más reivindicativas y me parecen imposibles de consensuar.
Recuerdo las aldeas del altiplano, como Codpa, Tupalca y otras: casas vacías, sus jóvenes en ciudades. Regresan, eso sí, como yo a mis antiguas viviendas, a ver a sus viejos, a celebrar, a rezar a sus santos, a visitar las tumbas. Sus territorios permanecen, visitados; como las viviendas donde he vivido.
Mañana se conversará en el Mineduc qué de la cultura indígena debe aprenderse. Las lenguas, en primer lugar.
A mediados de marzo, la Unesco convocó a seis países a exponer sobre "Conocimientos indígenas y políticas educativas en A. Latina".
Allí escuché a Pamela Tripailaf, de la Escuela Campos Deportivos en Temuco, donde el 30% de los 1.100 alumnos son mapuches. Ella enseña su lengua.
Tripailaf contó que hace seis años, al pasar lista, si le preguntaba a un alumno "¿tú eres mapuche?", el niño bajaba la cara. Hoy, dijo, me miran de vuelta. La identidad es valorada.
Ella resiste la tentación de hablar en castellano. Usa medios digitales (ver https://goo.gl/2bTdLB) y da su recomendación profunda para enseñar lengua, valores, arte mapuche: "Hablarles con cariño, ser buena persona, escuchar bien, saludar, que la lengua tenga estatus, calidad".
La lengua de los pueblos originarios -rechazan ser llamados "indígenas"- va ligada a una espiritualidad. Cuando Vicky Haoa, gran profesora de lengua rapanuí, enumeró los valores a transmitir, puso "aprender a ser una persona recta".
Ser rectos es un valor asociado a la cultura aymara, según el Dr. Juan Carlos Mamani y que también salta en la cosmovisión mapuche en el küme mogen, el buen vivir.
Estudio las fotos de mi infancia, las casas, soy eso. Leo también los estudios, álbumes donde cientistas sociales acumulan su mirada del mundo indígena: ¡tanto!
Ojalá la conversación de mañana construya.