Esta versión del Festival de Viña del Mar tuvo en el humor un arma de doble filo. Porque tal como en años anteriores, el segmento dedicado a las risas no solo le significó el de mayor
rating y expectación mediática. La diferencia fue que, precisamente, en comparación retrospectiva, este aniversario número 60 estuvo lejos de tener la connotación celebratoria que ameritaba un número tan redondo como el que se cumplió.
Los convocados al evento de este año en el papel podrían haber respondido a varios criterios de selección muy correctos -consagración, trayectoria, emergentes, paridad, etc.-, pero en el escenario defraudaron, generalmente, por su desempeño. La única excepción fue Jorge Alís: una mirada aguda de la realidad chilena llena de calle, con garabatos bien puestos y estética simple, pero convincente.
Del resto, muy poco que rescatar.
Por lo visto en la Quinta Vergara cabe preguntarse si los
shows de Jani Dueñas y Mauricio Palma, bien dotados para la comedia de bares y plataformas digitales, habían sido probados ante grandes audiencias en vivo, previamente. Eso es algo que la comisión organizadora -más que los propios comediantes- deben responder.
Por lo visto en la Quinta Vergara, cabe preguntarse si el
show de Dino Gordillo fue aprobado por la comisión festival así tal cual, sabiendo que más del 50% de su rutina era conocida y retransmitida constantemente en televisión. O, si es que ni a ellos les importa la calidad de lo que comediantes llegan a presentar hasta el escenario.
Porque incluso en el correcto, pero falto de riesgo, desempeño de Felipe Avello, uno de los más talentosos comediantes del último tiempo en el circuito local, se trasunta una cierta falta de aprecio por el escenario de Viña del Mar.
Al humor en Viña 2019 le faltó -desde el escenario y la organización- esfuerzo creativo y de producción, las ganas de realmente querer hacer historia para recrear momentos históricos, como los que Stefan Kramer, Natalia Valdebenito y Jorge Alís -también en su debut- bien supieron lograr.
Sesenta años habría sido una bella ocasión para un esfuerzo de producción mayor. Es cierto que los canales a cargo no son los mismos, pero los humoristas no tienen canal y en la producción y dirección del evento se mantienen los mismos ejecutivos. Entonces, es legítimo pedir más para el segmento que más audiencia televisiva da al Festival.