Si la industria televisiva llegara a extremar la temporalidad de las contrataciones de sus rostros, sin duda que la época festivalera sería indiscutiblemente la temporada de figuras tan polémicas como Raquel Argandoña y Patricia Maldonado. Es en el estío televisivo, cuando la calidad de los contenidos admite las polémicas de corto alcance y las figuras irrelevantes se vuelven de primer orden, el momento en que las exanimadoras y hoy panelistas de matinales mejor lucen sus innegables habilidades televisivas.
Las opinólogas que, en otras épocas del año y frente a otros contenidos, pueden despertar en sus detractores hastío, en el Festival de Viña se transforman en puntales de los programas que las tienen como panelistas.
"Bienvenidos", el matinal de Canal 13 que ha liderado casi todas las emisiones desde que inició su cobertura festivalera, logró su mayor sintonía el día en que, después de instalar a Raquel en la platea de la Quinta con un abrigo dorado, la tuvo en pantalla desde Viña pidiendo -en forma bastante forzada- disculpas a la organización del certamen por infiltrarse en la conferencia de prensa de Jani Dueñas. Raquel, con su sola presencia, ya era protagonista. Pero su instinto de figuración -sobrevivencia al final- la hizo ir por más. Y no se lo dejaron pasar.
Sin duda, tener los derechos de las imágenes de las rutinas de humor le sirve al matinal de Canal 13 -por algo las repite constantemente- , pero tener a una panelista que habla hasta con sus silencios y que muestra con su cara el agrado o desagrado por las opiniones de sus compañeros de panel, es un espectáculo digno de ver. Su descontento era evidente, por ejemplo, cuando celebraron la rutina del comediante Jorge Alís.
Mucho más estertórea es Patricia Maldonado, a quien en el matinal "Mucho Gusto", de Mega, le ha dado la libertad para dirigirse a una cámara cenital como si le hablara a su padre en el más allá. Con estrategias como esta, el matinal ha logrado victorias de rating en el segmento dedicado al certamen.
Lo de Maldonado es un soliloquio a ratos lúcidos y a ratos corajudo, porque desoye incluso a la realidad. Acierta cuando comenta que a Jani Dueñas le faltó expresión facial aunque yerra cuando cuestiona el triunfo de Alís con el argumento nacionalista de "¿qué pasaría si un chileno va a un escenario argentino a decirles cómo son?". Más aún cuando se queja por los garabatos empleados -pocos y bien puestos, no muletillas como Dino Gordillo-.
Y -he aquí lo editorialmente importante- más grave aún es el no explicitar y recalcar que en su comentario habrá un tremendo conflicto de interés porque ella fue aludida por Alís en su rutina, colocándola como una líder política al nivel de Bolsonaro y Trump.
Justo el que podría haber sido el mejor chiste de Alís, ella y su colega en Canal 13 lo dejaron pasar.