Pese a que Frank Kudelka suele manifestarse fuerte y claro en las conferencias de prensa, en especial tras un mal resultado, el entrenador de la U es un tipo silencioso. Más bien, un DT de pocas palabras.
Hay que explicar para que se entienda...
La calidad lingüística de los directores técnicos no se mide en la verborrea para entregar supuestos conceptos a la prensa (que quiere frases vendedoras) o en la efectividad sofística para convencer a los hinchas de que se adhiere a ideales y utopías complacientes (decir que se jugará al ataque nunca falla), sino que en la capacidad para llegar con el mensaje correcto a quienes dirige, es decir, a sus jugadores.
Claro, para lograr la comunicación perfecta es necesario que el entrenador primero tenga claro cuál es la idea que quiere establecer como base para, desde ahí, desplegar un efectivo intercambio de mensajes con quienes deben llevar a cabo la propuesta técnica. Debe haber el mínimo de "ruido", poca interferencia, escasa confusión.
Frank Kudelka parece no entender todo eso.
Y es que el entrenador de la U se ha empeñado, desde que asumió la banca azul, en inhibir su ideario, en cubrirlo y prácticamente taparlo, enalteciendo las debilidades de su equipo.
Kudelka, más que buscar respuestas a sus principios, parece más empeñado en dejar en claro que no tiene los elementos para llevar a cabo su ideal de juego. Y por eso en lugar de buscar alternativas reales o caminos que permitan lograr el objetivo, solo mira, observa y calla para luego quejarse y enumerar las carencias.
La U de Kudelka, la del año pasado -que no fue formada por él- y la actual -que tiene 10 jugadores nuevos y que se supone él estructuró a su antojo- tienen el mismo problema: no reflejan el alma futbolística del entrenador. Más bien, es el perfecto modelo de un ente sin el mínimo fondo.
Y por cierto, al no haber la más mínima comunicación con quien es el encargado de plasmar los rumbos y los objetivos, los jugadores terminan haciendo individualmente lo que pueden. A veces, claro, aciertan. Pero la mayoría de las veces no, en especial en instancias decisivas porque no tienen registrado ningún mensaje que los ayude a tomar las mejores decisiones colectivas. Nunca les llegó el comunicado del DT. Entonces, todo queda supeditado a que Herrera ataje lo inatajable; a que Beausejour haga surcos por su franja; a que los zagueros centrales no sean sobrepasados en velocidad; a que alguien, el que sea, tire un buen pase entre líneas en algún momento; a que uno de los aleros gane la línea de fondo o haga una buena diagonal; a que el atacante central, el que esté, acierte un rebote o se mande un remate ganador.
Es poco para un equipo que tiene jugadores y cartel no solo para competir, sino que también para enarbolar una propuesta, un sello.
Pero para eso requiere no solo compromiso total de los ejecutantes, sino que fundamentalmente convencimiento y capacidad del líder para establecer la línea de acción. La que sea. Pero que la exprese con claridad a sus dirigidos.
Kudelka está dormido. Mudo.
Es hora de que alguien hable en ese camarín.