Las fiestas de fin de año invitan siempre a una reflexión. Entre abrazos y fuegos artificiales, surge la íntima necesidad de revisar el año y proponerse desafíos. Y nada más sano -y difícil- que evaluarlos y enjuiciar las causas del desvío. Algunas metas -las más entretenidas- son inalcanzables, pero otras reflejan la permanente necesidad de superación de las personas.
Lo que sucede a nivel individual también es válido a nivel macroeconómico. Por ello, esta es una buena ocasión para revisar el 2018 que termina a la luz de las expectativas que se tenían hace un año. ¿Qué se esperaba para la economía chilena en diciembre de 2017? La encuesta que realiza mensualmente el Banco Central a cerca de 50 analistas chilenos y extranjeros es posiblemente el mejor termómetro disponible. La encuesta se realiza hace años, las preguntas son comparables, e incluye a un grupo de expertos que refleja adecuadamente el sentir "del mercado".
Partamos por la inflación. A fines del año pasado se esperaba que la inflación terminara 2018 en 2,7%. A pocos días de saber el veredicto final, todo indica que la inflación terminará en 2,7%. La coincidencia es interesante, y escasa. En los últimos quince años, la diferencia entre la inflación efectiva y la esperada el año anterior ha sido menor a 0,5% en un tercio de las ocasiones.
En materia de crecimiento los datos son más interesantes, pero por la razón opuesta. La mediana de las expectativas privadas hace un año apuntaba a un crecimiento de 3% para 2018, y solo uno de cada cinco encuestados pensaba que la economía crecería sobre 3,2%. Todas las cifras en la actualidad -y la última encuesta- sugieren que el crecimiento este año estará en torno a 4%. Esta diferencia es significativa, y también escasa. Solo en cuatro de los últimos quince años el crecimiento efectivo en un año cualquiera ha superado las expectativas por más de uno por ciento.
El mensaje es simple. Después de varios años de bajo dinamismo, la economía se ha recuperado a una velocidad mayor que la que esperaban los analistas en la Navidad de 2017. Y este crecimiento ha sido en el contexto de una inflación controlada y estable. Por cierto, este ejercicio es parcial, ya que abarca un subconjunto de indicadores relevantes, y no pone énfasis en los valores absolutos: sorprender con un crecimiento del 4% no es mejor que satisfacer las expectativas con un 5%. Pero lo concreto es que los resultados macroeconómicos han batido las proyecciones. Por ello resulta difícil justificar la flagelación de algunos y el oportunismo de otros.
Para 2019, la encuesta apunta a una inflación de 2,9% y a un crecimiento de 3,6%. Ya veremos.