El debate sobre la desigualdad ha ido cambiando. Hemos pasado de estudios estadísticos a una discusión más personalizada, que se enfoca en los ingresos de ciertos grupos de la élite, en comparación con las personas comunes y corrientes. Una manifestación de este cambio fue la discusión, hace unos meses, sobre los sueldos de los parlamentarios. La conclusión, más o menos aceptada, fue que ganaban "mucho", en relación al nivel de desarrollo del país y en comparación con otros parlamentos.
Otro ejemplo tiene que ver con los sueldos de los "rostros" de la TV local. Esta cuestión se agudizó a raíz de los recortes presupuestarios y despidos masivos en TVN. ¿Ganan demasiado las estrellas de la pantalla?
El último capítulo en esta suerte de melodrama lo gatilló el economista Nicolás Grau, quien en una entrevista en la revista Paula dijo que le daba vergüenza ganar tanto como profesor asistente en la FEN de la Universidad de Chile. Su remuneración, explicó, está en el vecindario de los 3 millones de pesos mensuales. Agregó que podía cubrir sus necesidades con bastante menos, y que le parecía injusto que él, por ser economista con doctorado, ganara tanto más que las personas que les cambian los pañales a los adultos mayores.
Nicolás Grau es un economista respetado, con un cúmulo de publicaciones interesantes en revistas académicas internacionales sobre temas de educación y salud. Pero lo que lo hizo conocido no fue su desempeño profesional, sino que sus actividades políticas. Fue presidente de la FECh, y fungió como coordinador del programa económico de Beatriz Sánchez. En temas económicos, es uno de los referentes del Frente Amplio.
La entrevista, conducida por la hábil Ximena Torres Cautivo, le permitió al público atisbar en la vida de un reconocido frenteamplista. Ahora se sabe lo siguiente sobre el académico: se moviliza en micro cuando no llueve, no toma alcohol, juega fútbol en una liga de Chicureo, y compra muchos libros, aunque nunca ha leído por placer. Pero lo que más llamó la atención fue que se avergonzara por tener un sueldo "tan alto", por ganar "tanto dinero".
¿Ganan mucho los economistas chilenos?
Y si la respuesta es afirmativa, ¿qué explica este hecho?
Las comparaciones internacionales son complicadas por, a lo menos, dos razones. Primero, distintos países tienen diferentes niveles de desarrollo. Segundo, el sueldo del profesor Grau está en pesos, mientras que el de otros académicos internacionales está en la moneda de su respectivo país. Pero así y todo se puede hacer algunas comparaciones. Ello se facilita por el hecho que tanto en la Universidad de Chile como en mi propia universidad (UCLA) los sueldos son públicos.
Empecemos por lo más simple. Al tipo de cambio promedio de los últimos meses el profesor Grau gana cerca de 70 mil dólares anuales (3.75 millones de pesos mensuales, incluyendo premios). Un profesor asistente en el Departamento de Economía de UCLA, cuyo nombre no revelaré, pero cuya información está en la web, gana 170 mil dólares, también con premios.
Esta comparación básica y un tanto burda sugiere que Nicolás Grau gana poquísimo, en relación a los EE.UU. Pero, claro, Chile es más pobre, por lo que hay que hacer un ajuste que tome en cuenta las diferencias en el nivel de desarrollo entre los dos países. Quizá la manera más simple de hacerlo es comparar ambos salarios con el ingreso per cápita. En 2017, en Chile el PIB por persona era, en pesos nominales, 9,8 millones por año. Ese mismo año, el PIB per cápita en EE.UU. era 60 mil dólares nominales. Por tanto, el profesor de la FEN gana 4.7 veces el ingreso medio por habitante. Mi colega en la UCLA gana 2.8 veces el ingreso por habitante.
Este resultado indica que cuando se corrige por nivel de desarrollo e ingreso de cada país, el profesor Grau gana bastante más que un profesor asistente en California. Un resultado similar se obtiene si en vez del ingreso per cápita se usa el salario mínimo. Nicolás Grau gana 13.6 veces lo que gana alguien que recibe el salario mínimo en Chile; esa razón en California es 7.4 veces.
¿Cómo se explica este fenómeno? La respuesta es simple. Hay ciertos profesionales que tienen gran movilidad internacional. Enfrentan un mercado global por sus servicios, y pueden ejercer en (casi) cualquier lugar. El profesor Grau (o muchos de sus colegas en la FEN) podría trabajar en Chile o en una universidad extranjera, en el Banco Mundial, BID o FMI.
Esta movilidad también afecta a los buenos futbolistas. Le pregunté a un colega que conoce muy bien el medio de los economistas chilenos si creía que Grau era una especie de joven Alexis. Me respondió que no. Que, más bien, a estas alturas, es como un joven Jorge Valdivia.