Eminem - "Kamikaze"
Eminem quiso apuntar alto y terminó disparándose en los pies. El rapero estadounidense publicó de sorpresa su nuevo disco "Kamikaze", el segundo en menos de un año, y de vuelta le multiplicaron los comentarios negativos debido a una de sus canciones. En "Fall" critica a los nuevos artistas de
hip hop, ningunea entrelíneas a Arcade Fire por el Grammy que perdió en 2011 y, lo más lamentable, se refiere a Tyler. The Creator como
faggot, una palabra despectiva para referirse a los homosexuales en Estados Unidos.
El mensaje está obsoleto, y no se trata solo de sus palabras -Justin Vernon, el hombre detrás de Bon Iver y colaborador en el tema, pidió cambiar la letra y sus reclamos fueron desestimados-, sino también de sus acciones. En 2017, el músico incluyó a Ed Sheeran en su anterior álbum, un hecho que podría considerarse como referencia del facilismo por captar un público más diverso al verse cercado por colegas con menos prejuicios y mayor conexión con los escuchas de la era digital.
Y "Kamikaze" es sinónimo de ese aislamiento en el que Eminem está inmerso, una constante y forzada demostración de sus capacidades en el
freestyle, porque la ametralladora que tiene en la lengua aún echa humo, pero le ha hecho olvidarse de entregar matices en su obra. El disco solo funciona como un largo discurso del artista quejándose de una era y una industria que le resulta ajena, que ya no se mueve al paso de su andar y se pierde en el camino. Perro que ladra no muerde, dicen.
Niños del Cerro - "Lance"
Cuando empezaron a verse con mayor frecuencia en los blogs musicales, a Niños del Cerro los llamaron "pop esquivo". La definición les hizo sentido a sus integrantes, porque las melodías delicadas, de un momento a otro, tomaban un rumbo más "mala onda", como dijo alguna vez su líder Simón Campusano. Una fórmula imprevisible que calzaba con precisión en sus letras de corte adolescente; la etapa similar a una bomba de tiempo que amenaza en cualquier momento con explotar.
Y en su segundo disco, "Lance", la banda practica ese ejercicio con maniobras incluso más arriesgadas: algunas canciones superan los seis minutos de duración y aparecen unas notas de piano que interrumpen una especie de show de fuegos artificiales musical; practican el pulso latinoamericano de raíz local que va desde Los Jaivas hasta Protistas, folklórico y carnavalesco, pero lo hacen chocar con un murallón de ruido construido desde sus cimientos en las guitarras y los pedales.
Una manera iracunda de externalizar sentimientos universales y personales, como el aburrimiento de la vida diaria y sus escasas posibilidades, la inconformidad con las drogas ("Flores, labios, dedos") y una idea cruda sobre el amor. "Contigo me siento menos mal", cantan en "Contigo", marcando distancias inmediatas con esa idea de romance sufrido que entregan las baladas pop. Acá no hay clichés, cada frase es pura sinceridad, lo que convierte a "Lance" en un disco tan extraordinario como recordar la adolescencia, para bien o para mal.