CON EL ÉXITO DE "EL CONJURO" tuvimos no solo una secuela directa con más aventuras de los Warren, sino también una franquicia adicional dedicada a la muñeca "Annabelle", que suma a su vez una secuela. Siguiendo este mismo camino de estrenar película propia después de debutar en "El Conjuro", llega "La monja", un nuevo intento por asustar a una audiencia con ganas de ser asustada, usando más o menos los mismos recursos que se han usado hasta ahora. A saber: Una historia simple de pocos personajes construida alrededor de un misterio de fácil digestión, un personaje titular icónico que poner en los afiches junto con las cruces invertidas, y una puerta abierta para generar más franquicia. La película de Corin Hardy sigue el mapa sin mucho desvío: Un sacerdote (exorcista, era que no) recluta a una novicia con poderes psíquicos para investigar una misteriosa muerte en un castillo en Rumania. Las apariciones espeluznantes no se hacen esperar y la historia serpentea (con torpeza) entre las viñetas de terror sin mucha ceremonia, confundiendo ataques a los sentidos con construcción de atmósfera, y apilando giros antojadizos que desafían no solo la lógica, sino también el buen gusto. Al cabo de un rato, la falta de humor y humanidad hacen que los sobresaltos agoten, y peor, que el destino de los personajes deje de importar. El sacrilegio más grande de la película, por lejos.
"The nun". EE.UU., 2018. 96 min. TE.