A raíz del nombramiento de una nueva administración en la Empresa Nacional de Minería (Enami), resulta atinente referirse a los desafíos de esta empresa estatal. En la actualidad, aparte de ayuda técnica y financiera a pequeños mineros, Enami representa un poder de compra abierto para productores medianos chilenos. Su modelo está basado principalmente en la adquisición de concentrado a productores privados, el procesamiento del mineral en fundiciones de su propiedad y su posterior comercialización en los mercados internacionales.

Surgida a mediados del siglo pasado con el objetivo de fomentar la pequeña y mediana minería, la realidad del país es hoy muy diferente a la de entonces. En el contexto de una limitada apertura comercial, y con un bajo desarrollo financiero en Chile, el apoyo al impulso de pequeños productores pudo ser necesario. Hoy, con una economía abierta y amplio acceso a financiamiento, cuesta justificar un rol estatal equivalente para el desarrollo del sector. Las pérdidas consecutivas de la compañía, que entre 2013 y 2017 promediaron aproximadamente 60 millones de dólares por año, exigen repensar el modelo de negocio.

En diciembre pasado se promulgó una ley que crea un Fondo de Estabilización del precio del cobre para pequeños productores, que será administrado por Enami y que pretende ser complementario a los mecanismos ya existentes en la compañía. Dados los montos involucrados, la puesta en marcha de este fondo representa una buena oportunidad para hacer una evaluación exhaustiva y técnica sobre el mecanismo que rige la compra del mineral a los productores. En general, los mecanismos de bandas de precio buscan suavizar las fluctuaciones de los precios internacionales a los productores pequeños, de manera de facilitar sus operaciones y aislarlos de los vaivenes internacionales. Estos esquemas, sin embargo, requieren de un cuidadoso diseño que evite transformarse en una fuente de subsidios en aquellos años donde el precio ofrecido por Enami es superior al efectivo en los mercados internacionales, sin compensarse adecuadamente en los años de alto precio internacional del cobre. De otra manera, además, se corre el riesgo de incentivar una selección adversa en los productores, quienes tendrán incentivos para acudir al poder comprador de Enami solo aquellos años en los que les resulta conveniente.

El esquema actual corre el riesgo de perpetuar la dependencia a Enami de muchos productores pequeños, transformándose en un subsidio persistente y desincentivando la búsqueda de opciones de negocio de manera directa. El contacto directo con las fuerzas de mercado potencia la innovación e incentiva la búsqueda de mejoras en productividad. Por ello, debiera también considerarse dentro de sus políticas de promoción y apoyo algunas que incentivaran a los productores a buscar una actividad comercial de manera independiente. Así, el rol original de promoción de la pequeña y mediana minería sería potenciado.