Hoy se celebra el Día del Libro. Se supone que un 23 de abril de 1616 murieron tres astros: Cervantes, Shakespeare y Garcilaso de la Vega. Hay controversia, por cierto, en torno al tema. Unos dicen que Cervantes murió el 22 y fue enterrado el 23, otros señalan que Shakespeare nunca existió (¿sería en realidad Christopher Marlowe?) y así podríamos seguir. Pero es un hecho que hoy festejamos al libro.
En algunos lugares se regala una flor a quien compre o pida prestado un libro. En España se entrega el premio Cervantes y en nuestra criolla Plaza de Armas casi 40 expositores ofrecerán sus publicaciones. Leo que Amazon también se suma a la fiesta y ofrece un descuento a quienes compren libros de papel o en formato digital. ¿De modo que hoy también celebramos las pantallas portátiles en que se descargan libros?
Pienso en mi propia experiencia: tengo doble militancia. Compré un Kindle (el dispositivo de Amazon para leer libros digitales) hace años y lo uso bastante. Ahí leí -sin parar- los cuatro libros de la saga de la italiana Elena Ferrante. Apenas terminaba uno bajaba el siguiente. Muy práctico. Y a mi vecino nocturno no le molestaba la sutil luz del aparato.
El lector digital ayuda a viajar liviano y es ideal para traducir palabras o expresiones que no entiendo. Me encanta descargar fragmentos antes de comprar los libros y he oído que muchos aprovechan su capacidad -que no he probado- para almacenar notas o ideas que luego se exportan a un documento del computador. No me gusta, en cambio, la cantidad de publicidad que me llega ni el hecho de que casi nunca veo la portada, porque la pantalla se prende en la página en que lo dejé.
Siento que mi memoria retiene mejor los libros que he leído en papel. Recuerdo mejor sus ilustraciones de portada, la forma en que se escriben los nombres de sus autores, sus prólogos y comentarios. Creo que tener el libro en mi velador y hojearlo antes de cada lectura me ayuda a decantar los contenidos. Me pasó en el verano tras leer en papel "Patria", de Fernando Aramburu: recuerdo más las vidas de esas dos sufridas madres vascas que las de otros personajes que seguí en formato digital.
No sé si lo que me ocurre tiene que ver con lo que algunos investigadores han llamado "efecto Google": la posible pérdida de capacidad de memoria y de atención en los tiempos de internet. O puede ser algo generacional. Pero todo indica que ambos soportes convivirán por mucho tiempo. Las cifras señalan que la compra de libros electrónicos se ha estabilizado -y a veces disminuido en algunos países-, pero sigue presente. La elección del método con que leemos parece depender finalmente de la ocasión y de la muy personal experiencia del usuario.
"El mundo está lleno de libros preciosos que nadie lee", decía Umberto Eco. Así es que feliz Día del Libro a todos los lectores, cualquiera sea su forma de lectura.