Conozco al ministro Gerardo Varela, pero no lo suficiente como para saber si su banda favorita de todos los tiempos es Queen. Si lo fuera, quizás eso explicaría un par de cosas. Cuando me lo encuentre le voy a tocar el tema.
La canción ícono del grupo de Freddy Mercury es "We are the champions" ("Somos los campeones"), y en su primera estrofa dice más o menos así:
"He pagado mi cuota/una y otra vez/He cumplido mi sentencia/Aunque no he cometido ningún crimen/Y malos errores/He cometido unos pocos/He tenido mi porción de arena pateada en mi cara/pero he salido adelante/Somos los campeones, mis amigos/Y seguiremos luchando hasta el final/somos los campeones/somos los campeones/los campeones del mundo".
Se me ponen un poco los pelos de punta escuchar esta canción, esta semana, pensando en el ministro Varela. Dan ganas de ser hindú para creer en la reencarnación. Yo, de hecho, busqué en Google una foto de Freddy Mercury y le encontré un cierto parecido al ministro Varela. Algo en la frente amplia, en la nariz relevante, en la movilidad escénica. Y, claro, en el talento.
Luego pensé que "We are the champions" es el himno que se usa para honrar a los ganadores de todo tipo de torneos y competencias: cuando están arriba del podio a punto de recibir su medalla.
La canción relata los avatares de alguien que lo ha pasado mal, que se viene levantando, y que pese a aquello está dispuesto a seguir luchando, hasta el final. "We are the champions" es un himno al esfuerzo, a la resiliencia, al saber pararse una y otra vez.
"We are the champions" no es una canción que se ponga al comienzo de una carrera. Es para el final de la carrera.
Es que no es tan bueno tener modales de campeón cuando uno acaba de partir. Eso es al menos apresurado. Sobre todo en política.
En política casi no existen los campeones. Es más, el meollo de la democracia es que no existan campeones. Para eso se inventó la separación de los poderes, las elecciones periódicas, los quórums en el Congreso y el escrutinio incesante de la prensa y de columnistas "ladilla" como yo.
Pero es que hay otra cosa, además. La opinión pública actual rechaza a los campeones. Prefiere a los débiles, a las víctimas... a los perdedores, incluso.
Por eso el "no es momento de perdedores/porque somos los campeones" de la estrofa final de "We are the champions" ya no va más. Para bien o para mal.
En estos días -y sobre todo cuando uno está comenzando una carrera- hay que ser "simple como una sopita de pan", según se decía en mi pueblo.
De hecho, hay otra canción que le pega mejor al momento que vivimos. Se lanzó en 1977, el mismo año en que se grabó "We are the champions". Se llama "Easy"; "easylikesundaymorning": calmado, piola, humilde, aburrido incluso, como una mañana de domingo. La cantaba Lionel Richie. Con una sonrisa amplia y sin pretensiones.
Es que en esta sociedad nuestra, que solo se fija en el vaso medio vacío y no mira la parte medio llena, no queda otra opción. Y eso vale para todos. Gobierno y oposición; curas y laicos, civiles y militares. ¡Sí, señores!, como decía don Pato.