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Editorial
Jueves 22 de marzo de 2018
Desenlace y renuncia de Kuczynski
Dado el ambiente de suspicacias y rivalidades que impera en la política peruana, la gobernabilidad no está garantizada.
Un desenlace lamentable ha tenido la crisis política en Perú, con la renuncia del Presidente Pedro Pablo Kuczynski un día antes de que el Congreso votara la vacancia por "incapacidad moral". Kuczynski prefirió dimitir antes de recibir una votación en su contra, después de que varios legisladores afines cambiaran su parecer tras conocerse videos de cercanos suyos y de Kenji Fujimori intentando convencer con prebendas a congresistas opositores. Perú entra ahora en una etapa de incertidumbre sobre el futuro político, la que, además, podría tener un efecto negativo en su frágil economía.
Con gran dignidad, y demostrando que no estaba aferrado al poder, Kuczynski formalizó su dimisión con un sentido discurso, en el que se refirió al clima de confrontación e ingobernabilidad política -con permanentes interpelaciones, censura de ministros y del gabinete, culminando en las dos mociones de vacancia- que le impedía el ejercicio presidencial. Es sabido que durante los 19 meses que llevaba en la Presidencia, la mayoría fujimorista en el Legislativo obstaculizó permanentemente las acciones de gobierno, e hizo imposible acuerdos para llevar adelante proyectos de ley.
En su despedida, PPK rechazó tajantemente las "injustas" acusaciones a las que se había visto sometido, negando su participación en actos indebidos. En rigor, el Congreso sostuvo su moción de vacancia no en cargos de corrupción, sino en el hecho de que supuestamente hubiera mentido cuando se le consultó sobre sus tratos con la constructora Odebrecht, vinculada a un esquema de corrupción que financió la política peruana entre 2005 y 2011. Kuczynski ha negado cualquier ilegalidad en los negocios de su consultora con la empresa brasileña, y ha insistido en que mientras él estuvo en el gobierno no estaba al tanto de las actividades de aquella.
En uno de los últimos actos de su mandato, Kuczynski y su gabinete aprobaron el pedido de extradición desde EE.UU. del ex Presidente Alejandro Toledo, quien, al igual que Alan García y Ollanta Humala, ha sido apuntado como receptor de platas de la constructora brasileña para financiar sus campañas políticas. A diferencia de estos casos, Kuczynski, un economista y empresario que trabajó en forma independiente por 60 años, no ha sido objeto de esas acusaciones, y nunca su honestidad había sido puesta en duda.
La Junta de Portavoces del Congreso acordó aceptar la renuncia del Mandatario en la votación que se llevará a cabo hoy, decisión que puede ayudar a que la transición no sea traumática, ya que se evitaría un período de vacancia y asumiría el poder el Primer Vicepresidente -Martín Vizcarra-, de manera de culminar el período hasta 2021.
Sin embargo, en un ambiente de suspicacias y rivalidades, Vizcarra, que fue un exitoso jefe de un gobierno regional, luego ministro y actual embajador en Canadá, podría a su vez ser hostilizado por el bullado caso de la construcción del aeropuerto de Moquegua. Dada esta situación, la gobernabilidad no está garantizada.
Se habla de grandes acuerdos nacionales para reconciliar las posturas divergentes, y convenir reformas estructurales que le den estabilidad a la institucionalidad peruana. Pero está por verse si Vizcarra, en caso de que le corresponda asumir el mandato, podrá lograr la unidad para una reconciliación, cuando deberá enfrentarse a la misma adversa bancada fujimorista, que le negó la sal y el agua a PPK, ahora dividida entre los hermanos Keiko y Kenji, enemistados por razones políticas, pero también por la situación de su padre, Alberto Fujimori, indultado en diciembre por Kuczynski.