Con elocuencia, Mathias Forteau abogó ayer por que Chile salde con Bolivia esa inexistente cuenta pendiente originada en un indefinido momento a través de una negociación que concluya modificando el Tratado de 1904, pues, no otra cosa es el resultado final buscado por el país altiplánico. Se trata, dijo en su extensa exposición, de una obligación adquirida por Chile, no interrumpida por silencios o fracasos a través del tiempo y que, en su opinión, sigue pendiente. Atribuyó increíblemente a la inflexibilidad de Chile la responsabilidad en el fracaso del proceso chileno-boliviano iniciado en Charaña, al negarnos a aceptar una propuesta peruana que internacionalizaba parte de Arica. En los minutos finales se refirió a situaciones posteriores a 1990, como es el caso de la pactada agenda sin exclusiones, la posterior de trece puntos cuyo número seis es el mar e incluso la oferta de un enclave con ciertas competencias soberanas. Todo ello como ejemplo de que Chile está consciente de que su eterna e inexistente deuda con Bolivia sigue sin saldarse.
Las primeras intervenciones de ayer, desarrolladas por Remiro Brotóns y Akhavan, dieron cuenta nuevamente de las oportunidades en que Chile se ha referido, negociado o respondido a los requerimientos bolivianos, calificándolas Akhavan, someramente y sin mayor rigor, de situaciones jurídicas vinculantes. Ellas constituían, dijo, lo que el derecho internacional denomina Actos Jurídicos Unilaterales y otras daban margen para aplicar doctrinas jurídicas como la Aquiescencia, el Estoppel o las Legítimas expectativas.
El aire fresco lo trajo la joven y segunda mujer que ha litigado en el juicio hasta ahora, la británica Amy Sanders, quien explicó que las resoluciones de organismos internacionales, si bien tienen solo el carácter de recomendaciones a los Estados partes, no puede descartarse completamente el momento en que los Estados voluntariamente adhieren a los organismos y se comprometen a cumplir lo que resuelven, especialmente en materia de solución pacífica de controversias. Esto en relación a las resoluciones de la OEA que aluden a Chile. En este sentido trajo a colación lo expresado anteayer por Sir Vaugham Lowe, citando que la OEA plantea, al igual que NN.UU. la solución pacífica de controversias y esto se une al Pacto de Bogotá.
La sesión de ayer, la última de la primera ronda de Bolivia, culminó con el pedido a la Corte para que siente a las partes en la mesa de negociaciones para que salden esa cuenta pendiente que, además de inexistente, conduce al Tratado de 1904 que, según la Corte, no está en discusión en el juicio y Bolivia dice respetar.
Luis Winter Igualt Ex director de Política Exterior, Fronteras y Límites