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Domingo 18 de marzo de 2018
El sello que ha grabado Vladimir Putin en sus casi dos décadas en el poder
Además de su injerencia en países occidentales, el Mandatario ruso ha llevado a sus tropas a cuatro guerras, tomó el control de los medios y reforzó el nacionalismo rescatando los símbolos soviéticos.
Vladimir Putin tiene 65 años, 18 de ellos en el poder y aún sostiene una aprobación del 70%, lo que adelanta que hoy conseguirá su cuarto mandato presidencial sin mayor obstáculo. Abogado y ex miembro del servicio de espionaje de la KGB, se muestra también como un hábil jugador de hockey sobre hielo, pianista, cazador, aviador, piloto de Fórmula 1, y casi tan experto en armas de fuego como en el judo o el karate. Con su estilo multifacético único, desde que llegó al Kremlin en diciembre de 1999 su rostro es, para muchos, sinónimo de Rusia. Ahí ha impreso su sello, con el que busca volver a proyectar al país como un imperio poderoso.
Su mandato -que se vio interrumpido entre 2008 y 2012, aunque retuvo el control como Primer Ministro del entonces Presidente, Dimitri Medvedev- ha sobrevivido a cuatro mandatarios estadounidenses, cuatro primeros ministros británicos y dos cancilleres alemanes. Bajo la premisa de que la caída de la Unión Soviética fue "la mayor catástrofe geopolítica del siglo XX", en este tiempo ha echado mano a sus armas para volver a Rusia grande otra vez.
La guerra híbrida
La clave para restaurar la influencia de Rusia está en llevar una lucha paciente y obstinada, al acecho de cualquier síntoma de debilidad del adversario, explicaba Putin en 2013 a un ciudadano que, según France Presse, le pedía "adelantar" a EE.UU., un objetivo de la época soviética.
Meses antes de asumir como Presidente, cuando aún ejercía como el Primer Ministro de Boris Yeltsin, Putin lanzó la segunda guerra de Chechenia, que supondría el fundamento de parte de su popularidad inicial en Rusia. Para 2008, sus fuerzas estaban derrotando también al ejército de Georgia y se apoderaron de las regiones separatistas de Abjasia y Osetia del Sur.
No se demoró en llegar a Ucrania, donde desde 2014 apoya a los separatistas prorrusos que combaten en la región rebelde de Donbas, y anexó la península de Crimea. Entonces nació la "guerra híbrida" de Rusia, que dificulta la distinción entre conflicto y paz y que se compone de farsas encubiertas y negables, gracias al uso de soldados enmascarados y sin insignias.
La confusión que busca crear esta guerra híbrida está acompañada de la provocación -las incursiones de aviones rusos sobre las fronteras de la OTAN se triplicaron en 2014- de pequeñas medidas que permiten ganar dominio pero que no parecen ameritar un conflicto importante, así como de una fuerte campaña propagandística y de difusión de noticias falsas. Las amenazas retóricas se suman al ciberespionaje que, por ejemplo en Ucrania, permitió a Rusia controlar las plantas de electricidad.
Más tarde, la intervención militar en Siria desde 2015, que permitió a Bashar al Assad seguir en el poder, fue esencial para la estrategia hacia Occidente. "Esta intervención no es solo el intento de regresar a Medio Oriente, sino también una táctica para devolver a Rusia al diálogo con otras potencias después de que se aisló tras la anexión de Crimea", comentó a "El Mercurio" Lilia Shevtsova, experta en política rusa de Chatham House, para quien "el militarismo y el expansionismo siguen siendo elementos clave para legitimizar el sistema en Rusia".
"Héroe" de los animales
Amante de los animales y protector de las especies en extinción, Putin endureció el año pasado la pena por maltrato animal. Las fotos lo muestran cabalgando en la montaña siberiana, posando con tigres, guiando a una cigüeña hacia su ruta migratoria en un ala delta motorizada, participando de un control médico de un oso polar y alimentando renos.
"Sus fotos buscan crear la imagen de una persona joven, dinámica y poderosa", dijo Shevtsova, sobre una herramienta que permite fortalecer el poder blando del Mandatario. La analista agregó que "el equipo de creadores de imágenes de Putin planea las sesiones de sus videos y fotos. Muchos de ellos son simbólicos y no dicen nada sobre su verdadera naturaleza y carácter. O simplemente la ocultan".
En varias ocasiones estas aventuras han estado salpicadas de polémica, ya que Putin siempre aparece en el momento preciso para posar con un felino recién capturado o tomar muestras de la piel de una ballena.
Control de los medios
En los meses de campaña electoral Putin ha rechazado aparecer en debates televisados y actos políticos. Estuvo, sin embargo, omnipresente en la televisión pública, que cubrió sus desplazamientos como Presidente y sus discursos ante científicos, policías u obreros.
Los analistas sostienen que el control de los medios ha sido clave para mantener los altos niveles de popularidad. En este sentido, Putin promulgó una ley en noviembre pasado que permite al Ministerio de Justicia clasificar como "agente extranjero" a cualquier medio presente en Rusia. La medida fue tomada en represalia contra EE.UU., luego que este país hiciera lo mismo con RT, patrocinado por el Kremlin. Este es acusado por gobiernos occidentales de ser una herramienta de Moscú para interferir en elecciones en el exterior. Cuando en 2013, el entonces Russia Today absorbió la radio La voz de Rusia y la agencia Ria Novosti, esta reclamó que el país estaba apuntando a un "mayor control estatal sobre los medios, ya férreamente regulados".
El año pasado Rusia ocupó el lugar 147 de 180 en el ranking de libertad de prensa en el mundo de Reporteros sin Frontera, como uno de los países más restringidos. La situación empeoró considerablemente en 2014 -en pleno conflicto ucraniano- en especial con el bloqueo de sitios independientes en internet.
Símbolos soviéticos
"La conservación del idioma, la literatura y la cultura rusos es un asunto de seguridad nacional, de eso depende el mantenimiento de nuestra idiosincrasia en el mundo global", enfatizó Putin ante un congreso de la Sociedad de la Lengua y la Literatura Rusa, que fue creada en 2016 con el fin de estudiar y proteger el idioma ruso.
Desde su llegada al poder, el Mandatario ha tratado de promover una agenda que los expertos tildan de patriótica-nacionalista, que consta de recoger los símbolos y emblemas soviéticos. En 2000, ya había convencido a la Duma de restaurar el antiguo himno soviético (con un nuevo texto) y la bandera roja en las Fuerzas Armadas, así como de mantener la bandera tricolor zarista (blanca, azul y roja) y el escudo con el águila bicéfala.
El uso de la cultura para ensalzar el nacionalismo se ha visto reflejado incluso en el cine. Tanto así, que el gobierno publicó hace dos años un listado con las temáticas en las que debían enfocarse los productores que querían obtener apoyo estatal: entre ellas estaban la historia militar, la revolución rusa y los valores tradicionales. Ya se habían visto beneficiadas aquellas películas que versaron sobre Ucrania y Crimea, mientras que "Stalingrado" (2013) se convirtió en la cinta de mayor recaudación en la historia del país.
JJ.OO. y mundiales
Cinturón negro de judo, el Presidente ruso se esfuerza por hacer de su país una potencia deportiva que le dé un rol protagónico global. "Las victorias en el deporte hacen más para construir la nación que 100 campañas políticas", ha dicho Putin.
Aunque esta idea, propia de la era soviética, no convierte a Rusia en una excepción. "El deporte siempre ha sido una idea consolidadora para todos los regímenes autoritarios", sostuvo Shevtsova. Es lo que explica, tal vez, que los Juegos Olímpicos de invierno de Sochi en 2014 se convirtieran en el capricho lujoso de la era Putin, con un costo de US$ 51.000 millones, el precio más alto pagado jamás en unos Juegos Olímpicos. Rusia no solo fue el gran ganador del evento, sino que logró relegar a EE.UU. del podio, dejándolo en cuarto lugar en el medallero olímpico.
Ya probado el escenario, que cada año alberga el Gran Premio de Rusia de Fórmula Uno, en 2016 la nación acogió el Mundial de Hockey sobre hielo y se prepara ahora para su mayor reto: la Copa Mundial de Futbol, que se realizará en 13 ciudades del país.
Injerencia y espionaje
Hasta ahora, el gobierno de Putin se ha convertido en un gran disruptor para Occidente. Luego de su intrusión en el conflicto en Ucrania y de su apoyo al régimen de Bashar al Assad en la guerra civil siria, en el último tiempo ha acrecentado la desconfianza de las potencias occidentales que han acusado al Kremlin de intentar desestabilizarlas con su injerencia en conflictos locales (como los esfuerzos de Cataluña por independizarse) y elecciones políticas. A las acusaciones de Estados Unidos, se suman las de países como Italia, Alemania y Reino Unido.
"Rusia ha violado de manera reiterada el espacio nacional de varios países europeos y ha llevado a cabo una campaña sostenida de espionaje cibernético", se ha quejado la Primera Ministra británica, Theresa May, quien acusa a Putin de querer perjudicar a las democracias occidentales divulgando "noticias falsas".
Unos 110 millones de rusos están convocados a votar hoy en 97.000 colegios en Rusia y otros 400 en 145 países. Ayer comenzó la votación en Kamchatka, Chukotka y Magadán, las regiones más orientales del país.