David Byrne - "American utopia"
David Byrne está cansado. Así lo demuestra su voz en los primeros pasajes de "American utopia" -su primer álbum en 15 años-, y cómo no, si el relato del disco muestra a distintos personajes que se encuentran de una u otra forma atrapados por los vicios de la sociedad en la que viven. Desde las oportunidades que nunca tocaron a sus puertas hasta la política estadounidense, donde "la verdad no significa nada" y las miradas se concentran unánimemente en Donald Trump.
Por esa vía transita el ex líder de Talking Heads, que musicalmente continúa siendo uno de los nombres más inventivos y refrescantes de la música, y que en esta pasada descansa en su compañero Brian Eno como el creador de las bases sonoras, que mezcla con ritmos e instrumentos más orgánicos. En "I dance like this" parece ubicarse en el limbo entre cielo e infierno, como el pequeño Will de "Stranger things" enfrentándose a "The up side down", o quizás visualizando el futuro donde los robots reemplazarán a los humanos.
En la música de David Byrne las lecturas son múltiples. No se sabe bien si lo ceremonial de canciones como "Dog's mind" son muestras de esperanza o simples sarcasmos bien construidos; si "Every day is a miracle" es una crítica a la alienación del ser humano o si solamente quiso hablar de la "manera misteriosa" en la que piensa un pollo. Las certezas, al menos, siguen siendo su gusto por el son caribeño, la teatralidad de la interpretación y los enigmas que esconden las penumbras. ¿El resto? Queda tiempo para descubrirlo.
Editors - "Violence"
En los inicios de su carrera, Editors representaba la corriente británica del revival del post punk, esa que tenía a Joy Division como mito y una combinación explosiva de la guitarra afilada, la voz profunda y enigmática, y la base rítmica paseando por caminos oscuros. Así fue casi hasta el cambio de década, donde el conjunto liderado por el frontman Tom Smith comenzó a incursionar en la música electrónica y un talante más cercano al new wave, referenciando a Depeche Mode y a Coldplay, en cierto sentido.
Porque en "Violence", su último intento, el reformado quinteto busca la comunión con las melodías vocales desde el comienzo ("Cold"), pero de inmediato cambia el libreto hacia las atmósferas sobreproducidas ("Hallelujah [So low]") y la premisa de bailar en las sombras, mundos que al final terminan uniéndose en canciones de corte pop y armonías positivas aunque sus versos dicten lo contrario ("Darkness at the door"). De hecho, reviven "No sound but the wind", tema que escribieron originalmente para la saga "Crepúsculo".
"Violence" es un álbum meticuloso e igualmente relajado, como si Editors ya hubiese pasado el sacudón de los cambios que trajo el avance de los sintetizadores y el retiro a segunda línea del bajo y la guitarra. De todas formas, todavía queda la impresión de que están en la búsqueda del sonido adecuado -los últimos dos temas perfectamente podrían eliminarse y hay varios pasajes intrascendentes en el medio- y un hit que les devuelva las expectativas de sus primeros discos, cuando aún se esperaba algo más de ellos.