Señor Director:

A horas de que Chile elija un nuevo gobierno, creo importante como país que conversemos sobre la feminización de la pobreza, que se ha incrementado en 11 puntos en Latinoamérica, de acuerdo con cifras de ONU Mujeres, fenómeno del que también dan cuenta FAO y CAF.

Un reciente estudio de Comunidad Mujer afirma que el 72% de los jóvenes que no estudian ni trabajan (ninis) en nuestro país son mujeres; en su mayoría también son ellas quienes se quedan en los hogares al cuidado de niños, adultos mayores y familiares enfermos, postergándose de salir al mundo laboral, lo que implica no solo problemas económicos, sino también de acceso limitado a la educación, discriminación social y falta de participación en la toma de decisiones.

Esta realidad se refleja en que solo el 47,4% de las mujeres chilenas están inmersas en el mercado laboral, recibiendo una retribución promedio por su trabajo un 25% menor que la de sus pares masculinos, y con una presencia en áreas de gerencia de medianas y grandes empresas que no supera el 27%; cifras que, además, tienen importantes consecuencias en las pensiones.

Hay que recordar que el 51,3% de los electores son mujeres y que su empoderamiento económico implica un beneficio muy relevante para la sociedad y un gran paso para alcanzar el desarrollo. Según un estudio de la Subsecretaría de Economía de 2016, el PIB real per cápita de Chile crecería al menos un 1,14% si se incrementara un 1% la tasa de participación femenina en el mercado laboral.

Es por ello que, si bien existen propuestas en ambas candidaturas para continuar el camino hacia la equidad de oportunidades, en la pelea voto a voto es decisivo poner la feminización de la pobreza como un tema central del debate de los presidenciables.

Para enfrentar este problema, es imprescindible visibilizarlo, entenderlo e incorporarlo como una prioridad transversal en todas las carteras y no solo dejarlo como tarea del Ministerio de la Mujer y la Equidad de Género, así como debe ser parte de los ejes de los gremios empresariales. Igualar la cancha es una tarea público-privada, en la que no podemos seguir dejando a las mujeres atrás. Ciertamente, nuestro país ha avanzado, pero no con todos.

Fernanda Vicente
Presidenta de Mujeres del Pacífico