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Editorial
Jueves 14 de diciembre de 2017
Salud, dos programas
Ambas candidaturas presidenciales han manifestado su interés por darles solución a los problemas y coinciden en que la salud en Chile presenta deficiencias, pero enseguida difieren en sus planteamientos.
A no dudarlo, los problemas en salud han ido aumentando en la conciencia ciudadana y se han hecho parte ya de las inquietudes de los políticos. Al menos en tiempos electorales, todos ellos se muestran preocupados por este aspecto de la vida nacional, que causa gran inquietud a los chilenos comunes y corrientes. Ambas candidaturas presidenciales de la segunda vuelta han manifestado su interés por darles solución a los problemas y coinciden en que la salud en Chile presenta deficiencias que requieren la intervención rápida de las autoridades. En el programa de Sebastián Piñera se asegura que ni el Fonasa ni las isapres están cumpliendo a cabalidad sus objetivos, en tanto Alejandro Guillier señala que nuestro país requiere un cambio sustancial en la atención de salud.
Pero enseguida los candidatos difieren en sus planteamientos. En tanto el candidato oficialista plantea sus soluciones enmarcadas desde el enfoque de un derecho social, afirmando que en su gobierno "construiremos salud desde los barrios con la participación de todos los ciudadanos y ciudadanas", el programa de Piñera se mantiene en la discusión de las falencias de los dos sistemas y propone una serie de medidas en las que es evidente la participación de técnicos especialistas. La candidatura de Guillier plantea un cambio bastante profundo, de dudosa constitucionalidad, por cuanto pretende destinar el 3 por ciento de la cotización obligatoria a un fondo solidario nacional destinado a la atención primaria de toda la población. No es una idea nueva, puesto que ha estado en el debate interno en la Nueva Mayoría -que nunca ha logrado superarlo- desde la declaración de una alta funcionaria del actual gobierno en el sentido de que "el 7 por ciento no es propiedad de las personas; es un impuesto específico a la seguridad social". Dividir ese siete por ciento ha sido tema de prolongadas discusiones, que constituían el centro del cambio en salud durante el gobierno Bachelet. Pero finalmente no se alcanzó un acuerdo.
En el programa de gobierno de Guillier se revela una preocupación preferente por las isapres, indicando una serie de obligaciones que les impondría, pero en lo relacionado con la salud de la inmensa mayoría que se atiende en los servicios públicos, solo revela aspiraciones que todos comparten, pero que no ha sido posible satisfacer. Por ejemplo, afirma simplemente que dotará de médicos especialistas a los consultorios e indica que protegerá la salud de los sectores rurales, "otorgando un trato especial a las comunas más apartadas" para que "los habitantes de estas comunidades accedan a los mismos derechos de salud que el resto de la población". No hay explicaciones sobre cómo se logrará alcanzar esos buenos propósitos.
El programa de Sebastián Piñera no ofrece grandes visiones acerca de los sistemas de salud y se limita a entregar detalles de las medidas que adoptaría en cuanto a acceso a la salud, listas de espera, infraestructura sanitaria, organización de las redes y precios de medicamentos. Para ello, propone crear un registro unificado de pacientes en listas de espera y establecer plazos máximos en conjunto con las sociedades científicas. Asimismo, afirma que habrá cambios en los modelos de gestión, para incrementar las capacidades y eficacia del personal y equipos médicos. La ficha clínica online es otra iniciativa que será difícil de concretar, pero que tendría un importante efecto. Reorganizar la atención de salud mediante innovaciones institucionales puede ser algo más factible y con frutos interesantes si es posible realizar los cambios en las estructuras administrativas y, muy especialmente, en los gobiernos corporativos, creando directorios responsables. No parece fácil conseguir esos objetivos, pero ellos apuntan a cambios concretos de gran impacto potencial.