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Cartas
Sábado 18 de noviembre de 2017
La humildad de votar
Señor Director:
El acto de votar en una elección tiene dimensiones diversas. Hay una de calidad ética, y hasta espiritual, y hasta religiosa, según me parece. Meterse en la caseta de las votaciones es un acto de genuina humildad. Es así, porque es un cierto rito de alguien que no decide decisivamente casi nada.
Entre los millones de votos, un voto es una contribución cívica, como de una hormiga laboriosa y limitada. Un voto no decide, de por sí, ninguna nominación. Solo tiene valor, bastante mínimo, como acto solidario y compartido con otras hormigas responsables. En verdad, el votante anónimo, del pueblo llano que somos todos, es una gotita de agua... pero todos sabemos que un lago es la suma de un goteo sumado, con modestia, casi invisible. Y la humildad, muchas veces, es también un asunto religioso, de una religiosidad participativa, actuante y no alienada.
P. Joaquín Alliende