Señor Director:

La política de tolerancia cero aplicada por el alcalde Rudolph Giuliani en Nueva York, hace algunos años, ha demostrado ser un fracaso rotundo. Algunos creyeron que el castigo y la represión, en todos sus niveles, es la mejor forma de combatir la delincuencia. Sin embargo, quedó en evidencia que esa metodología es obsoleta, ineficaz, poco inteligente. Lo que es más grave es que se engaña en forma grotesca al ciudadano común, haciéndole creer que "escondiendo" al que delinque, el país es más seguro.

EE.UU. ostenta el número más alto del mundo en cuanto a privados de libertad por cada 100.000 habitantes; Chile lidera en América Latina.

Lo anterior nos muestra que la solución para el combate de la delincuencia no está en hacer "invisible" al delincuente, sino en intervenir esta compleja realidad en todo su espectro. Es vital animarlo a ponerse de pie y, a través de la inclusión social, abrirle puertas y ventanas para que cambie el sinsentido de su agobiante existencia, despertando el núcleo más noble y bello en lo profundo del alma, fuerza capaz de recrear y fomentar otro horizonte para su vida.

Fui invitado, hace unos días, al Consejo Consultivo de Paz Ciudadana, donde algunos candidatos presentaron sus planteamientos programáticos en materia de seguridad y justicia. No escuché a ninguno hablar de este acostumbramiento de Chile a que los excluidos son ya parte de esta geografía. Nadie dijo que la escandalosa y desigual distribución de los ingresos entre la población es la genética maldita del delito. Menos aún se dijo que acá, en nuestra patria, este gran grupo marginal y vulnerable se encuentra prácticamente sitiado por quienes se esmeran para que continúen sin nuevos horizontes ni oportunidades y así justificar lucrativos negocios en razón y virtud de la delincuencia.

P. Nicolás Vial Saavedra
Presidente Fundación Paternitas