Señor Director:
Don Agustín Squella, en su columna del viernes, sostiene que el Estado de Chile no es plenamente laico sino religioso, por el hecho de que asume una actitud favorable hacia las religiones en general.
Me permito disentir. Creo que su análisis obedece a un error de perspectiva. Es verdad que las leyes en Chile son propicias a la creación y sostenimiento de agrupaciones y actividades religiosas de distinta índole. Sin embargo, eso es mera consecuencia de una opción previa, perfectamente laica y democrática. Esta consiste en que el Estado, en general, debe facilitar las actividades que los ciudadanos consideran beneficiosas para sí mismos, sobre todo cuando tienen un gran peso cultural e identitario. Lo mismo hace el Estado con muchas otras manifestaciones culturales. Dar a la religión un trato distinto solo podría obedecer a una concepción antirreligiosa, que don Agustín no quiere para Chile.
Por eso, para favorecer las expresiones religiosas no hace falta que el Estado asuma una postura favorable a la religión. Basta con que lo hagan los ciudadanos. El Estado, al acoger ese sentir, no es religioso, sino democrático.
Santiago Orrego
Instituto de Filosofía UC