Señor Director:
Bajo ese título, el columnista de su diario
Carlos Peña acusa al Frente Amplio de concebir la contienda electoral en curso con un enfoque irracional. Llama la atención que la misma columna que moteja de "
soft" al ideario del Frente Amplio, considera que nuestro enfoque es "grandilocuente" y nuestros lineamientos estratégicos "quedan grandes para una elección".
¿En qué quedamos: somos frívolos o somos densos?
Estas descalificaciones revelan la estrechez del análisis que pretenden imponernos acerca de lo que está en juego en estas elecciones. Buscan que los chilenos y chilenas elijamos entre dos fuerzas que han despojado a nuestra democracia de su sentido deliberativo y le han arrebatado a nuestro país sus oportunidades de desarrollo.
Peña es parte de un coro de intelectuales complacientes que mira con desdén a las nuevas fuerzas políticas, porque se acostumbró a contemplar elecciones en las que no compiten proyectos de desarrollo, sino que, en la práctica, se plebiscita la continuidad de una falsa modernización capitalista que hace agua por todos sus costados.
Nuestros candidatos y candidatas postulan a estos comicios para ofrecer un proyecto diferente, que asuma las nuevas realidades con vocación de cambio. No pretendemos llegar a La Moneda con una panacea refundacional, porque entendemos que estamos iniciando un nuevo ciclo político que será largo y dificultoso. Mal que mal, los 30 años de la supuesta modernización nacional han herido gravemente a Chile y la cura es un desafío mayúsculo.
Pero las dificultades de este proceso no impedirán que seamos ambiciosos en nuestras aspiraciones. Se equivocan los que entienden el concepto de realismo como una rendición ante la falsa disputa entre la derecha y la centroizquierda tradicional. Es justamente el trágico realismo de un país desigual, dirigido por una élite coludida en torno a intereses particulares, lo que nos impulsa a ofrecer una nueva ruta de transformaciones.
Una fuerza política con vocación de poder y voluntad transformadora no puede ni debe renunciar a una política de alianzas con sectores diferentes. Pero eso no significa confundir el diálogo con la componenda o someterse al mal menor en una elección que sigue abierta y donde nuestras banderas son ampliamente competitivas.
Andrés Dibán
Secretario ejecutivo Revolución Democrática