El viernes, en el Teatro Municipal de Ñuñoa, la Orquesta de Cámara de Chile, bajo la conducción de su titular, Alejandra Urrutia, realizó un concierto conmemorativo de los 10 años del fallecimiento de Fernando Rosas, cuyo aporte memorable fue un hito en la vida musical del país. Palabras de la directora y de Natalia Cantillano e Isidro Rodríguez, violinistas de la orquesta, donde no faltó el humor, configuraron un retrato entrañable del maestro cuyas acciones calaron profundamente en nuestro medio y siguen produciendo frutos.
El programa se inició con una conmovedora versión del "Andante" para cuerdas de Alfonso Leng, de lenguaje romántico tardío y que constituye todo un clásico del repertorio nacional. Expresivamente ejecutado, fue un apropiado prólogo del concierto que siguió con el estreno mundial de "In memoriam (Fernando Rosas)", del compositor nacional avecindado en Israel, León Schidlowsky. La obra se inscribe en la línea composicional característica del autor y, aunque una sola audición no permite juicios valederos, causa un impacto directo a través de lo telúrico y paroxístico del discurso.
El programa continuó con el Concierto Nº 1 opus 30 del italiano Mauro Giuliani (1781-1829), para guitarra y orquesta, donde se contó con la presencia siempre bienvenida del guitarrista nacional José Antonio Escobar, de dilatada trayectoria nacional e internacional. Escobar es uno de los más destacados representantes de una generación de guitarristas chilenos que le han dado muchos triunfos al país y consolidado la calidad de la formación que se imparte en Chile. Su entrega fue óptima y su transitar por las ideas de Giuliani, entre amables y virtuosas, entre clásicas y rossinianas, lo revelaron como un intérprete excepcional, lo que fue corroborado por su participación en el estreno absoluto de "Jondo" para guitarra y orquesta, del compositor y guitarrista chileno Javier Farías. La obra de Farías, concentrada y sabiamente escrita para cuerdas y timbales, hace honor a su título y contiene reminiscencias andaluzas como homenaje a Carlos Ledermann, gran cultor nacional del flamenco y maestro de Farías.
El concierto terminó con las "Seis danzas folklóricas rumanas" de Béla Bartók, fruto de la incansable labor investigativa del autor que con su exploración de músicas "alternativas" campesinas y populares, renovó radicalmente el lenguaje docto. Las piezas, originalmente escritas para piano en 1915 y orquestadas en 1917, conservan su espíritu original, con exóticos orientalismos y torbellinos dancísticos arrebatadores. La versión, bajo la experta conducción de Alejandra Urrutia, tuvo la flexibilidad, el capricho y el brillo requeridos.
Un concierto que debe haber dejado satisfecho al maestro Rosas.