Señor Director:
En su réplica de ayer,
Pablo Ortúzar "decreta" que nuestra respuesta a su carta del día anterior no alcanza a constituir una. Acusa, además, a los suscritos de reafirmar una supuesta "convicción neutralizante y homogeneizante" de las instituciones de la sociedad civil.
Lejos de lo último, lo que planteamos fue claro y directo: Ortúzar preguntó -con ironía- si acaso cuando ingresamos a la PUC no nos llamó la atención su nombre, sugiriendo que todo aquel que ingrese a la última debiera tener claro que su carácter de "Pontificia" y "Católica" alterará su naturaleza de "Universidad", al punto de transformarla en un colegio o un seminario, aceptando -en consecuencia- que su rector pretenda hablar por toda la comunidad universitaria en su crítica a una determinada política pública, y que prohíba a un profesor enseñar en función del contenido de su aproximación disciplinaria.
Nosotros respondimos dicha pregunta arguyendo que sí, que teníamos claro que la PUC era una universidad Pontificia y Católica, pero que, como millones de personas que ingresan a universidades con ese carácter en países desarrollados, no pensamos que en este caso su adscripción a la Iglesia Católica alteraría su naturaleza de universidad.
Los lectores juzgarán si esto representa -o no- una respuesta al cuestionamiento de Ortúzar. Lo que es nosotros, lamentamos que una institución universitaria con la tradición de la PUC esté siendo representada por un rector que ha violado gravemente la libertad de cátedra y que ahora asume su vocería institucional para atacar una determinada política pública que muchos alumnos y ex alumnos defendemos.
Finalmente, y en relación con la insólita conexión que Ortúzar intenta establecer entre esta polémica y el libro "El Otro Modelo", no cabe más que recordar el refrán "quien mucho abarca poco aprieta".
Javier CousoClaudio Fuentes
Egresados PUC