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Editorial
Sábado 23 de septiembre de 2017
Equidad y oportunidad para la mujer
Se requieren iniciativas que respondan a las reales necesidades de la mujer, más que acciones simbólicas y giros lingüísticos como hablar de "fiestas matrias y patrias".
Coincidente con una preocupación global, en Chile se ha puesto un especial énfasis por avanzar hacia una efectiva igualdad entre el hombre y la mujer en todos los ámbitos, alertando acerca del uso y prácticas estereotipadas que puedan afectar la dignidad y la participación social femenina. Gestos simbólicos, acciones y normas, como la ley de cuotas, que obliga a los partidos políticos a presentar al menos un 40 por ciento de candidatas en sus listas, pretenden incidir en los comportamientos sociales promoviendo la participación femenina en todas las áreas de la sociedad. Pero, a pesar de esta y otras políticas que se han desarrollado en los últimos años, la ciudadanía aún percibe una cierta inequidad, particularmente en oportunidades laborales, así como en la corresponsabilidad en la crianza de los hijos.
Al respecto, las cifras revelan que todavía quedan tareas pendientes. En materia de participación laboral femenina, mientras el promedio de la OCDE es 54 por ciento, en el país la tasa no alcanza al 50 por ciento y con una brecha salarial que se empina casi al 30 por ciento en desmedro de las trabajadoras. Asimismo, cerca de un millón y medio de mujeres no participan de la fuerza laboral debido -según declaración de la gran mayoría- a razones familiares.
Cuando una mayoría significativa percibe que la familia se descuida cuando la mujer trabaja tiempo completo -como lo ha consignado la Encuesta Bicentenario-, parece necesario reforzar políticas públicas que faciliten la conciliación entre familia y trabajo. De allí el amplio respaldo que significó la extensión del posnatal, con la posibilidad de optar por un período de jornada parcial e incluso de compartir el beneficio con el padre, permitiendo a la mujer decidir cuándo reintegrarse a la actividad laboral, según su conveniencia. Evaluar cuánto se ha recurrido a esta modalidad de trabajo parcial y sus ventajas asociadas es aún una tarea pendiente, pero todo indica que avanzar hacia una mayor flexibilidad tanto en la oferta de beneficios como en el mercado laboral es apreciado por aquellas mujeres que requieren apoyo en su doble rol de madres y trabajadoras asalariadas. Cuando el 38 por ciento de los hogares chilenos tiene una mujer como jefe de hogar y ese porcentaje sube de manera significativa en los sectores más vulnerables, se hace necesario reforzar políticas de apoyo para aquellas mujeres que son el único sustento de su hogar. Jornadas largas y horarios rígidos no ayudan a la inserción laboral femenina.
Más que poner el énfasis en acciones simbólicas -como los giros lingüísticos que pueden caer en excesos, como el tuit del Ministerio de la Mujer que luego fuera retirado por no contar con autorización oficial, que hacía referencia a las "fiestas matrias y patrias"-, parece necesario reforzar iniciativas que ofrezcan reales oportunidades para las mujeres, asegurando su efectividad. Al respecto, la reciente calificación de la Dirección de Presupuestos de los programas públicos indica que aquellos destinados a la prevención, protección y reparación en casos de violencia contra las mujeres no han tenido un buen desempeño, evidenciando la dificultad que implica abordar este tipo de comportamientos sociales sin una acertada estrategia en la ejecución.
Como todo cambio cultural, avanzar hacia la justa equidad entre el hombre y la mujer resulta de una gran complejidad social y, para lograrlo, se requiere de iniciativas efectivas que respondan a las reales necesidades que la mujer demanda.