Es parte de la vida moderna y de un mundo globalizado el movimiento de personas, migrantes, que salen de sus países en busca de mejores oportunidades. La libertad de desplazamiento es un derecho que caracteriza a los sistemas democráticos y, como tal, debe garantizarse y protegerse. Sin embargo, las crecientes olas de migración han causado diversos impactos en algunas sociedades que no están acostumbradas a recibir extranjeros, o que han debido aceptar a un número mayor de personas del que están en situación de acoger.

Tal es el caso de varios países europeos, de Estados Unidos y de algunos países de la región, donde las poblaciones manifiestan disconformidad con la llegada masiva de extranjeros. De acuerdo con una encuesta de la empresa Ipsos, realizada entre junio y julio, en 24 países del mundo, el 48 por ciento de los encuestados considera que "hay demasiados inmigrantes" y el 44 por ciento se siente "incómodo con los cambios" que este fenómeno produce. Pero si se visualiza por país, los porcentajes muestran una realidad distinta entre ellos, y ese "promedio" no revela la percepción, por ejemplo, de los habitantes de nuestra región. Lamentablemente, Chile no aparece en el estudio, pero sí están Perú, Argentina, Brasil y México, cuyos resultados no deben extrapolarse, pero sí permiten aproximar tendencias.

En la mayoría de los países se reconoce que en los últimos cinco años (desde el sondeo anterior) la población extranjera aumentó, y, en general, con ella la percepción negativa de su aporte. Por ejemplo, en Perú, apenas el 17 por ciento de los encuestados dice que "es buena para el país", y el 56 por ciento señala que "hay demasiados" inmigrantes. Algo similar ocurre en Argentina (apenas 10% la considera positiva y el 54% dice que "hay demasiados"), donde además perciben que los cambios que traen son incómodos (46%). Estas tendencias reflejan el sentir general de sociedades abiertas a la inmigración, en momentos en que han aumentado en general las manifestaciones xenófobas en diversos países. Afortunadamente, en Chile esto no ha ocurrido salvo excepciones, pero es el momento de equilibrar las políticas para impedir que esos sentimientos negativos se expandan.

Por eso es indispensable que la nueva ley de inmigración tenga pronta discusión en el Congreso, pero además es imprescindible contar con información confiable sobre el número y situación de los extranjeros avecindados en Chile. Los resultados del último censo recién estarán listos en abril de 2018, es decir, con un año de rezago. En el intertanto, el Departamento de Extranjería, dependiente del Ministerio del Interior, no cuenta con datos fidedignos actualizados, y delega en otras oficinas la responsabilidad de calcular el número de extranjeros. Según su directora subrogante -en carta a "el Mercurio"-, las cifras que presentó el ministro Fernández al Congreso sobre el número de ciudadanos haitianos, por ejemplo, corresponden a quienes han hecho gestiones en ese departamento el último año (71.499), y señala que cada institución maneja sus propios datos para los fines que requiere cada servicio. Según estimaciones, la cifra podría superar este año las cien mil personas procedentes de Haití.

Este tipo de información, recogida con parámetros distintos, no parece adecuada ni suficiente para que un gobierno haga una gestión correcta ni mida el impacto que la inmigración tiene y tendrá en el futuro laboral y de servicios como educación y salud.