Señor Director:
Sobrecogedor el testimonio que
Sergio Canals dio a conocer ayer en este diario. La historia de Rebeca: joven nigeriana secuestrada y víctima de horrorosas vejaciones por parte de Boko Haram.
La conocimos personalmente. Estuvimos con ella y su familia en marzo de este año en Maiduguri, Nigeria. En sus brazos cargaba al pequeño Cristóbal, su hijo nacido de la violación de un miembro de Boko Haram.
La fundación pontificia Ayuda a la Iglesia que Sufre (ACN) lleva largo tiempo apoyando a Nigeria, donde el terrorismo islámico fundamentalista ha desatado su furia.
La periodista de ACN Chile Magdalena Lira viajó a Maiduguri, cuna del grupo terrorista Boko Haram, para conocer el sufrimiento de tantas víctimas inocentes, como Rebeca, y así poder motivar más vivamente nuestros corazones para ir en su ayuda.
La historia es dramática, y no es única. Hoy son 4.000 las mujeres y niños que están secuestrados por Boko Haram, en su mayoría cristianos víctimas de la intolerancia religiosa. Es un sufrimiento silencioso, del que poco se habla.
Nuestra periodista se reunió con otras mujeres liberadas luego de años de cautiverio. También con niños que han sufrido lo indecible.
Lo más sorprendente es el camino interior que han recorrido hasta llegar a perdonar a quienes los persiguen. Esther, madre de 11 hijos, vio cómo asesinaron a su marido delante de ella, solo por negarse a renunciar a su fe católica. Su gran preocupación era que sus hijos no crecieran con odio y deseos de venganza. Que perdonaran para tener una vida libre de rencores. "La única forma de recuperar la paz, -decía- es reconciliarnos y eliminar el odio de la sociedad".
En la región norte de Nigeria, en silencio y de manera anónima, miles de cristianos nos dan a diario un testimonio que no debiera dejarnos indiferentes.
María de los Ángeles Covarrubias
Presidente Ayuda a la Iglesia que Sufre-Chile