Chile quedó en estado de tensión máxima luego de la desafortunada última doble fecha eliminatoria y que ahora la desesperanza se haya expandido entre los hinchas no es sorpresivo. Se siente hoy que lo que hace algunos meses parecía ser solo un trámite -clasificar por tercera vez consecutiva a un Mundial- se puede escapar de las manos y que el punto final de la llamada "generación dorada" puede sentenciarse mucho antes de lo esperado.
Hay en el ambiente, por ello, una especie de desesperación. Y es lógico que así sea. Lo malo es que aquel sentimiento emana y se multiplica desde donde solo debería haber control y estabilidad en este delicado momento: el cuerpo técnico de la Roja que encabeza Juan Antonio Pizzi.
El seleccionador hoy transmite confusión y hasta cierto grado de entrega frente a las circunstancias que vive su equipo. Es cierto. Pizzi no habla públicamente y por ello uno se obliga a interpretarlo, pero es evidente que desde el interior de Pinto Durán está dando señales inequívocas de su descentrado momento.
Pruebas hay de sobra. Empezando por ese deseo incontrolable de que la dirigencia removiera cielo y tierra para levantar el castigo que pesa sobre el Nacional para poder jugar ahí el decisivo encuentro ante los ecuatorianos o al menos sacar ese partido del Monumental porque ahí no se han conseguido buenos resultados en el último tiempo (aunque pareciera olvidarse Pizzi que Chile le ganó a Venezuela en ese mismo recinto).
No es todo. En el búnker de la Roja se evaluó como una "derrota" que Tite, el DT de Brasil, anunciara su nómina estelar -encabezada por Neymar Junior- para los juegos ante Bolivia y Chile. Según ha trascendido, Pizzi y sus colaboradores creían verdaderamente en esa tontería de que los brasileños podrían "ir para atrás" en las últimas fechas eliminatorias para ayudar a la posible eliminación de Argentina del Mundial...
Para ponerles el "broche de oro" a los pésimos signos que ha dado Pizzi en este momento delicado en la disputa de la clasificación está el famoso viaje a Europa. Porque es claro que hay que hacerse varias preguntas: ¿Sirve realmente visitar a los "referentes" de la selección o es pura challa? ¿Va a hablar con ellos desde lo emocional, tocándoles el hombro o les va a llevar un dossier y una caja de videos con partidos de Ecuador y Brasil para que se vayan poniendo a tono? ¿Les va a advertir que en la próxima citación trabajará en doble jornada y que no habrá días libres o simplemente negociará el descanso que desean los futbolistas?
Nada está muy claro. Pizzi trasunta poca contundencia conceptual, acaso porque desde que asumió en la Roja prefirió subirse al carro que venía con vuelo propio y no poner sus repuestos y darle su propia dirección.
Por eso es que la situación es hoy lo que es. Chile depende de que Bravo ataje como loco, que Medel sea impasable, que Vidal recorra la cancha de arriba abajo y que Sánchez haga goles. O sea, que los jugadores brillen, porque si se espera que sea Pizzi el que arregle el cuento, conforme un equipo sólido y se logre una escuadra potente en lo táctico-estratégico, mejor nos olvidamos. El seleccionador de verdad está en otra y más desesperado que cualquiera de nosotros.