Aunque antes hubo otras dos propuestas a partir del mismo texto breve firmado por Juan Radrigán a los 68, se puede decir que "El desaparecido" es el primer montaje que rinde honores al amargo y furibundo aliento poético del monólogo para actriz que el Premio Nacional de Artes Escénicas 2011, fallecido el año pasado, tituló originalmente "Diatriba de la empecinada". Tras su deslucido estreno en 2006, cuya presentación tomó no más de media hora, el director Rodrigo Pérez -quien aborda también esta nueva versión- cruzó algunos fragmentos de este con extractos del llamado Discurso de la Victoria de Allende al asumir la Presidencia, para articular "Diatriba de la Victoria", una suerte de oratorio performático que creó en 2009. "El desaparecido" debe considerarse una prolongación de esa misma línea de trabajo.
Ya que el texto es una diatriba, o sea una arenga condenatoria de algo o alguien, el montaje se despliega como una exposición pública. Pero Pérez, que regresa a un material que conoce bien, se resiste a presentarlo como unipersonal; un acierto, porque eso le da variadas posibilidades de teatralidad a un libreto claramente discursivo. Aquí no hay un hablante, sino cuatro.
El eje es la viuda de un detenido desaparecido ahora prostituta, quien de frente a la platea increpa directamente por haber permitido que nuestra sociedad haya llegado a tan deplorable estado; recrimina rabiosamente por haberla dejado forjarse esperanzas de verdad y justicia y que todo quedara en nada. Ese personaje central lo encarna Catalina Saavedra con la fuerza dramática que le conocemos, pero la apoyan otra actriz y cantante, la notable Marcela Millie, y dos actores jóvenes. Todos actúan como narradores y, a veces, se apropian por turno de la voz del personaje único, sugiriendo que quien reclama es más de uno. Otras veces tocan diversos instrumentos y cantan sentidas canciones de amor truncado. El texto suele retroceder para reiterar frases o parrafadas enteras, como insistiendo para que esas palabras no caigan en el vacío y se olviden.
Funciona como un ceremonial cuidadosamente coreografiado cuyos ejecutantes entran al espacio vacío de representación desde la primera fila de butacas. Si bien la elaborada estilización del montaje luce algo cerebral, por largos tramos la cualidad poética de sus recursos y la furia impotente y extrema desesperanza de la protesta que expone resultan ineludibles. Hay que decir que aunque cumplen con lo que se les pide, los dos actores lucen fríos e impávidos, sin carga interior. Por lo demás, Saavedra y Millie integraron el cuarteto femenino de "Diatriba de la victoria" hace ocho años.
Pese a sus logros, el conjunto puede dar a quien no entre en el juego propuesto o no comulgue con su postura una impresión aparatosa. Primero, por el texto cuyo suspenso radica en la revelación de la identidad del personaje alegórico que también es El Desaparecido. Cuando esto ocurre en las dos frases finales, el símbolo suena cándido y sentimental comparado con el peso tremendo de lo anterior. Del mismo modo en la puesta los desplazamientos sin motivo aparente, las repeticiones textuales e insertos musicales parecen ser más de los necesarios para que quede clara la idea, la atmósfera y el sentido general.
GAM. Jueves a domingo, a las 19:00 horas, excepto el 17 de septiembre, hasta el 24 de septiembre.