En el verano del 57, a casi una década de marcharse a París, el escritor James Baldwin regresó a Estados Unidos. No volvía por motivos literarios ni por falsas nostalgias. Había visto en el diario las fotos de una quinceañera de raza negra, escupida y agredida por sus compañeros, mientras entraba a un colegio no segregado en Charlotte, North Carolina. Baldwin se imaginó lo que vendría a continuación. No podía restarse.
Se trató de un momento que redefinió su vida y su carrera, y cualquier producción lo utilizaría como un evidente gancho dramático. Pero "I Am Not Your Negro" no funciona así. No es una cinta cualquiera y tampoco un documental cualquiera. Aunque este año estuvo nominado al Oscar en esa categoría, más bien se trata de un filme ensayo, una obra dominada casi al completo por las palabras del artista, extraídas de entrevistas, discursos y apariciones públicas, pero sobre todo sacadas de sus escritos -leídos por el actor Samuel L. Jackson-, en especial "Remember This House", una memoria escrita en 1979 acerca de sus días junto al movimiento de Derechos Civiles, y centrada en los trágicos destinos de Medgar Evers, Malcolm X y Martin Luther King. En el texto, el novelista relata cómo los conoció, recorrió caminos, compartió podios, dialogó y polemizó junto a ellos, y revive, de manera brutal, el momento en que se enteró de las muertes de cada uno. Alcanzó a completar unas treinta páginas. Los recuerdos eran demasiado duros. No pudo seguir.
Dirigida por Raoul Peck, un cineasta haitiano que a mediados de los 90 fue ministro de Cultura en su país y que hoy se encuentra a la cabeza de La Fémis, la escuela de cine de París, la película no gasta minutos especulando sobre ese proyecto inconcluso: a esas alturas está totalmente inmersa, totalmente imbuida de la elocuencia con que Baldwin aborda los episodios de esa era. Las muertes de Birmingham. Las marchas de Selma. Las dudas de los Kennedy en torno a la causa negra. Los límites impuestos al Movimiento por la religiones musulmana y cristiana. Sus argumentos resuenan con tal fuerza que sin esfuerzo disuelven y atraviesan la barrera de las décadas; de pronto, los dichos del escritor corren a la par con imágenes que ya no son de 1964, sino de agosto de 2014: los disturbios de Ferguson, Missouri; cruenta confirmación de que la bullada discusión en torno a un "mundo post racial" no era más que otra ilusión óptica. Sin embargo, los pasajes más fuertes del filme están reservados a Hollywood -una industria en la que el escritor trabajó como guionista- y cuya representación del afroamericano fue modulada a lo largo del siglo XX en constante concordancia con los fantasmas, la culpa y los miedos de los blancos. Baldwin creció viendo en pantalla estereotipos de una raza que no lo identificaban, pero más doloroso aún: ni él se siente capaz de calcular cuán distorsionada quedó en el proceso su propia autoimagen, su idea de sí mismo. Como si esta, en último término, dependiera de los blancos y del modo en que ellos se adueñan y se apropian de lo "negro", incluso a cien años del fin de la esclavitud. "Lo que la gente blanca necesita hacer es buscar en sus corazones por qué es necesario tener un negro; porque yo no soy un negro, soy un hombre. Ahora, si piensas que soy un negro, es porque me necesitas". A la luz de las declaraciones racistas de Donald Trump, emitidas el pasado martes con motivo de las marchas supremacistas en Charlottesville, las palabras de Baldwin suenan claras. Queman.
I AM NOT YOUR NEGRO
Dirección de Raoul Peck.
Con James Baldwin.
25 y 26 de agosto en Sanfic.