Morir esperando una atención médica inflige en los familiares de los pacientes un sufrimiento adicional que no tiene justificación alguna. Por ello, las larguísimas listas de espera y las elevadas cifras de muertos en estas condiciones impactan a las autoridades y a la opinión pública, que aspiran a que no se vuelvan a repetir situaciones de tan alto dramatismo. Ha habido numerosos casos de personas que han fallecido en una silla en las postas de urgencia esperando que alguien les tienda una mano. El último de estos casos acaba de ocurrir en el Hospital de Antofagasta, el que ha abierto una investigación al respecto. Y aunque las situaciones pueden ser distintas a las de este caso, alrededor de 25 mil personas mueren al año esperando una atención médica especializada. Más grave aún es que cerca de mil de ellas sufren de enfermedades del AUGE y, por tanto, supuestamente cuentan con garantías explícitas de ser atendidas en forma oportuna.

El Ministerio de Salud formó una comisión dedicada a examinar la situación de las esperas y esta, al concluir su trabajo, comunicó que había encontrado deficiencias en la confección de las listas. Algo similar descubrió la Contraloría General de la República, que se encargó de auditar las listas a pedido de los parlamentarios. Ambas investigaciones han encontrado que no hay criterios uniformes para registrar los diagnósticos y en algunos hospitales existe tal demora en confeccionar los listados que muchas veces se incorpora a pacientes ya atendidos o, incluso, fallecidos. En buenas cuentas, el sistema de salud estatal no ha definido una política para enfrentar este grave asunto.

Tal como cabía esperar, los candidatos a la presidencia se han interesado en abordar el tema. El primero de ellos fue Sebastián Piñera, quien propuso un estudio técnico que determine las prioridades y los tiempos máximos que podría esperar cada paciente. Si transcurrido ese lapso el paciente aún no ha recibido su atención, se le entregaría un voucher que le permitiría atenderse en el sector privado o público. Junto a esas ideas, que ya se probaron durante su gobierno para las esperas del AUGE, adelantó otras propuestas que incluyen la creación de sitios web donde los pacientes puedan ver sus exámenes, fechas de atención y otros.

En respuesta al candidato de Chile Vamos surgieron las propuestas de los demás. Entre ellos parece existir menos confianza en las soluciones privadas y prevalece un ánimo de insistir en la solución de destinar más recursos a salud. La candidatura de Guillier afirma que la intervención de los privados solo debería ocurrir en el primer año del gobierno, pero que luego los aumentos de recursos permitirían resolver el problema. La candidatura de Goic ha hecho propuestas similares.

La situación no da para más y se deben buscar soluciones de emergencia. Pero la política que se imponga debe cuidar los recursos fiscales y, a la vez, fortalecer el sistema público. Pagar a los mismos médicos por realizar trabajos fuera de sus horarios se ha prestado para que aparezcan negociaciones incompatibles y, al parecer, fomenta el desvío de enfermos.