Little men
Dirección: Ira Sachs.
Con: Greg Kinnear, Jennifer Ehle, Theo Taplitz, Paulina García, Michael Barbieri, Talia Balsam, Alfred Molina.
85 minutos.
Atención: este título en español puede postular como el más desubicado de las últimas décadas. Desorienta, confunde y yerra: todas las cualidades de un mal título, en vez de haberse quedado con una perfectamente adecuada traducción literal, como "Hombrecitos". Porque de eso trata esta película: de dos hombrecitos de 13 años que se conocen en Brooklyn y enfrentan la que quizá vaya a ser la experiencia más desgarradora de sus vidas, en solo un verano. Es decir, se trata del crecimiento entendido como un proceso de resistencia renovada frente a la adversidad.
Uno de los niños, Tony (Michael Barbieri), es chileno, porque su madre lo es: Leonor (Paulina García) maneja una tienda de ropa en Brooklyn, en un barrio donde los precios de los inmuebles están subiendo día por día. Está semiseparada, su marido regresa de Angola cada tanto y a veces vienen visitas del lejano Chile. Ha sido amiga del dueño que acaba de morir y durante ocho años ha pagado el mismo alquiler.
El otro niño, Jake (Theo Taplitz), es el hijo del actor Brian (Greg Kinnear) y de la psicoterapeuta Kathy (Jennifer Ehle), que llegan a vivir a la planta alta de la tienda luego de la muerte del dueño y habitante de ese departamento, el padre de Brian. Las relaciones entre este actor y su padre, según se sugiere desde el comienzo, no han sido demasiado buenas, pero ahora el viejo está muerto y el hijo se ahorra el alquiler que pagaba en Manhattan.
Mientras los niños desarrollan una intensa amistad, otras cosas pasan entre los mayores. El departamento y la tienda han sido heredados por Brian y su hermana Audrey (Talia Balsam), que tiene un ávido interés por aumentar la rentabilidad de la tienda. A partir de ese dato, el apuro de Audrey, se distribuyen las actitudes de Brian, Kathy y Leonor, además de los niños, que protestan sin comprender de qué se trata la controversia.
Ira Sachs, que tiene por lo menos dos buenas películas anteriores, El juego del matrimonio y El amor es extraño, en una filmografía de siete largos, encuadra con exactitud (a veces incluso con inspiración), narra con gran economía y no se extravía al mantener el roce entre la amistad de los niños y el conflicto de los mayores. La objetividad con que filma deja espacio a las razones de los herederos y a las de Leonor, cuya naturaleza moral se mezcla con lo canallesco: cada uno de los personajes tiene una debilidad y una posición de fuerza.
La película se niega a dar la razón a unos o a otros y conserva el foco en lo que le interesa: lo que Tony y Jake aprenden de esta temporada de porquería.
Una pequeña buena sorpresa del invierno.