Señor Director:
En su carta de ayer, los
profesores Widow y Bocksang sostienen que solo una "imposibilidad física" explicaría que la Iglesia Católica no bautice ni otorgue la unción de los enfermos a los embriones, puesto que el bautismo requiere derramar agua sobre el bautizado, y la unción de los enfermos, imponer óleos sobre el enfermo. Pero luego parecen olvidar lo que dijeron un párrafo antes, al reportar que "aunque, de hecho, ha habido casos de bautismo intrauterino".
No pretendo ahondar en la vida sacramental de la Iglesia Católica, sino solo anotar que la última ha tratado al feto de manera radicalmente diferente al ya nacido, al punto de que -por siglos- ha estado dispuesta a que motivos meramente prácticos (superables, si se cree lo que reportan Widow y Bocksang respecto del bautismo intrauterino) hayan impedido otorgar sacramentos a los no nacidos o negarles una cristiana sepultura (caso en que no se advierte imposibilidad física alguna).
Todo lo anterior sugiere que, más allá de su retórica, la Iglesia Católica performativamente se conduce como si el embrión no fuera una persona.
Javier Couso
Académico UDP