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Cartas
Miércoles 16 de agosto de 2017
¿Un museo para la desmemoria?
Señor Director:
El anuncio de Sebastián Piñera hace unas semanas acerca de la necesidad de crear un museo de la democracia, que recoja los principales hechos de la transición chilena, no hace más que desempolvar un debate debilitado a estas alturas que busca equiparar la memoria de las víctimas y sobrevivientes de la dictadura con la lectura de estos crímenes en un supuesto contexto. ¿Es momento de condecorar la transición y la democracia?, ¿por qué?, ¿hemos avanzado lo suficiente como para erigir un monumento a la democracia?
Lo que intenta Piñera no es nuevo, es parte del discurso de aquellos sectores de la derecha que insisten en poner en la balanza la verdad de lo ocurrido en el país con la negación de sus perpetradores. Mucho han resistido las organizaciones de familiares y de víctimas de violación a sus derechos humanos para que el Estado los reconozca en su calidad de víctimas, los repare en sus derechos y los dignifique a través de distintas iniciativas de memoria, como para enfrentar una nueva institucionalidad o incluir en la existente objetivos políticos que distan de la misión para la que fueron creados los organismos de derechos humanos y de memoria bajo el alero del Estado chileno.
El Museo de la Memoria fue creado como una medida de reparación recomendada por la Comisión de Verdad y Reconciliación, Informe Rettig y por diversos informes internacionales que hacían ver la necesidad de que Chile construyera un museo para visibilizar los crímenes de la dictadura, dignificar a las víctimas y a sus familias, y estimular el debate para que estos hechos nunca más se repitan. Junto con eso, este museo debía poner en valor la memoria en el presente, de manera que haga sentido el respeto de los derechos humanos y la garantía de no repetición a las nuevas generaciones. Qué mejor expresión democrática que la de generar una conversación sobre los hechos del pasado con las generaciones del presente.
Hoy se requiere fortalecer la institucionalidad de derechos humanos existente: Museo de la Memoria, Instituto Nacional de Derechos Humanos, Subsecretaría de Derechos Humanos y considerar la recomendación de organismos internacionales de derechos humanos en orden a crear una Defensoría del Pueblo u Ombudsman.
Y si el sentido es fortalecer la democracia debemos hacernos cargo de su memoria social y patrimonial, a través de una política pública integral que garantice el derecho a la memoria y la provisión de los recursos necesarios para su recuperación, protección y proyección a futuro, reforzando los lugares destinados a ello como de interés público y patrimonio de la sociedad, con una vinculación permanente con ella. Chile no necesita más cárceles ni pensiones a la medida, menos un nuevo museo que, reivindicando en su nombre la democracia, intente morigerar la verdad sobre los crímenes de lesa humanidad ocurridos en el país.
Paz Becerra
Yerko Ljubetic
Marcela Sandoval
Equipo DD.HH.-Comando Beatriz Sánchez