Son tres las historias que se entrelazan en "Dunkerque" y un cartel en pantalla, al comienzo, las anuncia y titula: "El muelle. Una semana"; "El mar. Un día"; y "El aire. Una hora".
"El muelle. Una semana" es la enorme playa francesa donde el ejército británico, pero también el belga, holandés y francés combaten con lo poco que les queda, mientras esperan que llegue el salvamento.
En ese lapso y entre fines de mayo y comienzos de junio de 1940, son los derrotados y van de huida, porque nadie detiene a las fuerzas alemanas que arrasan con cada uno de los países y conquistan Europa.
Tommy (Fionn Whitehead), soldado de la infantería inglesa, es uno entre decenas de miles y el joven sortea las balas, pide suerte y busca sobrevivir, incluso con engaños y tretas.
La película se inicia casi sin palabras, porque son innecesarias, y bastan gestos, una mueca y esconderse.
Los efectos sonoros y la música se reúnen y confunden en el afán por capturar un sonido terrible y temible que envuelve, retumba y permanece.
"El mar. Un día" son las costas inglesas, frente al Canal de la Mancha, donde las pequeñas embarcaciones civiles y sus dueños van al rescate.
El señor Dawson (Mark Rylance) es un hombre parco y frío que sabe de combates; lo acompañan su hijo y un amigo, antes de zarpar se aprovisionan de salvavidas y se lanzan al mar en el Moonstone, un pacífico barquito de madera y paseo.
En "El aire. Una hora", tres Spitfire vuelan en perfecta formación. Farrier (Tom Hardy) pilotea uno de los caza de la Real Fuerza Aérea, con combustible para ir y quizás regresar, dispuesto al combate aéreo y a la protección de la playa lejana que está bajo fuego inclemente.
El director Christopher Nolan reunirá a los personajes y a sus historias, porque una hora, un día y una semana -al igual que la música y los efectos sonoros- se hacen líquidos y se funden.
Esta no es una medida normal y el tiempo se transforma, condensa y transcurre de otro modo, porque posee una intensidad única, desesperada y palpitante.
Los muelles y aviones dejan de existir de un segundo a otro.
El enemigo carece de rostro humano, solo hay máquinas que vuelan y disparan, y con eso basta.
Se muere de tantas maneras: ahogado, atravesado por la balas, envuelto en aceite, quemado, destrozado.
Un soldado se esfuma y un puñado de hombres se hace polvo con bombas que abren la tierra y cierran los ojos.
En un soplo se pierde lo único que se tiene.
En "Dunkerque", entonces, solo existe un rango temporal y espacial.
La película filma ese momento y lo hace con la rapidez de la desesperación, la angustia del escape y con el más humano de los gestos: aferrarse a la vida.
Y por eso es tan poderosa, hipnótica y absorbente.
Tanto para la gran historia de la Operación Dinamo y el destino de Europa, como para las pequeñas historias del soldado Tommy, el señor Dawson y el piloto Farrier.
"Dunkerque" es la anatomía del peor de los instantes: la guerra.
"Dunkirk". EE.UU.-Reino Unido-Francia-Holanda, 2017. Director: Christopher Nolan. Con: Fionn Whitehead, Mark Rylance, Tom Hardy. 106 minutos. T.E.