Típico: las filas para entrar al baño de las mujeres son mayores que las de los hombres.
Hasta esta semana, yo lo atribuía a una característica de género, las mujeres necesitan ir al baño con más frecuencia, suponía yo, que nosotros.
Pero, un estudio de la Universidad de Gante, en Bélgica, me mostró lo que realmente ocurre con los baños de damas. El estudio atribuye a tres factores la diferencia entre las filas de hombres y de mujeres.
Primero, los arquitectos, cuando distribuyen los espacios, les asignan la misma superficie a los baños de hombres que a los de mujeres, sin tomar en cuenta que una cabina de W.C. ocupa más espacio que un urinario. En general, un baño con urinarios tiene una capacidad para acoger entre un 20 y un 30% de personas más que uno sin ellos.
Segundo, las mujeres tardan más que los hombres en completar sus necesidades. Tienen que abrir y cerrar una puerta, dos veces. Sienten la necesidad de limpiar la tapa. Y las ropas femeninas son más difíciles de sacar y poner que las masculinas. En promedio, las mujeres ocupan 90 segundos en el baño; los hombres, 60, dice el estudio, hecho en Bélgica.
En tercer lugar, está el momento del día. Las mujeres tienden, al final del día, pasar al baño simultáneamente para arreglarse.
Los belgas proponen considerar hasta el doble de las cabinas en los baños para mujeres que en los baños para hombres. Esto implica asignar espacios mayores a los baños de mujeres.
Pero, lo que resulta más efectivo son los baños
unisex: con cabinas para hombres y mujeres y un sector de urinarios para los hombres: uno por cada dos cabinas. El área de aseo se comparte. Los belgas calcularon que un baño
unisex reduce en un 63% la espera femenina.
Naturalmente, está la cuestión cultural que resolver. Pero, en el campus San Joaquín de la Universidad Católica en Santiago, por ejemplo, en el edificio de College, el baño es
unisex, al menos la zona de aseo.
Las mediciones, los análisis, pueden llevar, como en los estudios de tráfico en la ciudad, a soluciones. La innovación no solo hace aparecer productos y servicios nuevos, puede optimizar la vida. Y si bien la ciencia se aplica a complejos temas como el alzhéimer, también resulta en lo cotidiano. Cosa de medir, analizar y decidir.
El progreso está en lo próximo. Y uno mismo puede corregir lo cotidiano, por ejemplo, midiendo esa gotera del baño.