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Editorial
Lunes 26 de junio de 2017
Fragilidad de la distribución eléctrica
"El problema en Chile es que elevar los estándares requiere más inversiones y ellas deben ser compensadas al concesionario mediante alzas de tarifas. Hasta ahora, el objetivo de la regulación del sector ha sido el de proveer un servicio universal, pero se ha preocupado menos de la calidad, porque ella redundaría en tarifas más altas...".
La interrupción del servicio eléctrico durante grandes tormentas es común incluso en países desarrollados, pero eso suele ocurrir en zonas rurales o suburbios de baja densidad, en que las redes son menos robustas que en las grandes ciudades. Por el contrario, cortes de larga duración en ciudades son menos comunes. De ahí la necesidad de estudiar si es preciso elevar los estándares de las redes de distribución en nuestras urbes. Por ejemplo, si los cables fueran subterráneos, no tendrían dificultad en resistir vientos fuertes o caídas de árboles. Alternativamente, se podrían duplicar ciertos elementos de las redes de distribución para que el corte de un elemento no afecte el servicio en una zona.
El reciente temporal dejó vastas zonas del país sin electricidad, debido a la caída de árboles y objetos extraños sobre la red, provocando cortes de servicio en diversos sectores de Santiago y muchas otras localidades en regiones. Peor aún, miles de hogares debieron esperar 24 horas -y en algunos casos hasta dos días- para ver restablecido el servicio. Ante las quejas de los afectados, la distribuidora eléctrica de Santiago, Enel, anunció compensaciones de 25 mil pesos a quienes sufrieran cortes de más de 24 horas. Ese planteamiento va más allá de la exigencia legal, que solo considera un descuento por la electricidad no suministrada y compensa por los daños sufridos por equipos eléctricos y electrónicos.
El problema en Chile es que elevar los estándares requiere más inversiones y ellas deben ser compensadas al concesionario mediante alzas de tarifas. Hasta ahora, el objetivo de la regulación del sector ha sido el de proveer un servicio universal, pero se ha preocupado menos de la calidad, porque ella redundaría en tarifas más altas.
Sin embargo, con la cobertura casi total existente en las ciudades, es tiempo de mejorar los estándares de seguridad del servicio, porque nuestra sociedad tiene una dependencia cada vez mayor del suministro eléctrico. El servicio de internet es cada vez más importante en nuestra economía, el tránsito fluido en las ciudades requiere semáforos, e incluso la calefacción en muchos casos depende del suministro eléctrico al igual que numerosos artefactos hogareños que se ven dañados si se interrumpe ese servicio. Para reducir el impacto del alza de tarifas en los sectores de menores ingresos se podrían utilizar subsidios focalizados similares a los que ya existen.
Aunque las empresas distribuidoras no tienen responsabilidad en los cortes, ellas sí inciden en la velocidad de respuesta y en la atención a los usuarios afectados. De ahí que el Gobierno estudie modificaciones al sistema regulatorio, y es posible que estos cambios consideren como obligatorias las compensaciones que en esta oportunidad ofreció voluntariamente Enel.