Carolina Goic ha acumulado enorme poder en poco tiempo. Preside el PDC, es su abanderada presidencial incontestada, y al cambiar su opción de ir a primarias por la de reservarse a primera vuelta, ha conducido a muchos a una postura que hace un par de meses tenía escasos adherentes. Confirmaremos hoy si devino en mayoritaria. Si así ocurre, será en parte significativa por su liderazgo. Pero ese viraje no es caprichoso; responde a condiciones objetivas que resulta conveniente ir dilucidando.
Soy un militante democratacristiano. Hace dos meses estaba por primarias. Para ubicarme allí, me hacían fuerza dos razones que creo compartir con todos quienes militamos en ese partido: la primera es que el domicilio de la DC está en la centro-izquierda; la segunda es que una de las mayores virtudes que exhibió esa coalición es que supo, en razón de su cohesión, dar gobernabilidad al país. Esa cohesión es más difícil de alcanzar entre primera y segunda vuelta.
¿Qué razones pueden ser hoy más poderosas que esas? Me limito a cuatro principales:
Una: La derrota de Lagos en el PS podría marcar un cambio importante en ese partido, o al menos así puede percibirse desde afuera. Mientras duró la Concertación, la centro-izquierda fue esencialmente una alianza entre socialdemócratas y democratacristianos. La cohesión ha sido mucho más difícil en la Nueva Mayoría, pues la socialdemocracia fue sobrepasada por grupos más utópicos, para quienes dar testimonio de sintonía con el malestar parece más importante que hacer reformas eficaces para cambiar la realidad gradualmente y en la medida de lo posible. Es temprano para decir hasta dónde el PS terminará pareciéndose al Frente Amplio para competir en su cancha, pero es más difícil ir a una primaria, comprometiéndose a adherir al vencedor cuando no terminas de reconocer la dirección en que se encamina el socio principal con el que haces alianza.
Dos: La persistente decisión del propio Guillier de no explicar para qué quiere ser Presidente de Chile mientras no termine de escuchar a la gente. Puede ser muy respetable su posición, pero se hace difícil ir a primarias sin conocer las ideas fuerza de quien guiará al gobierno y a la coalición, si la gana. El país conoce sus opiniones, por ejemplo, acerca de la inversión extranjera, pero a un Presidente cabe pedir que defina lo que hará con esos problemas, y de eso Guillier dice poco por ahora. Ir a una primaria en esas condiciones, bajo compromiso de apoyo a quien gane, es girar un cheque en blanco que puede terminar siendo demasiado oneroso.
Tres: El maltrato. Desde que surgieron voces para ir a primera vuelta, la DC ha recibido de sus socios amenazas y frases paternalistas que la ofenden, como que andaba necesitada de cariño.
Cuatro y principal: Ningún partido resulta atractivo si su función en una coalición es poner matices. Un partido puede ser vagón de cola sin deteriorarse, pero ser el encargado del freno de mano y andar rindiendo examen diario de progresismo no puede sino tensionarlo por dentro y desgastarlo por fuera. Así ha vivido la DC en los últimos 3 años de gobierno.
Por ello, la DC está hoy en la obligación política de tensionar la coalición a la que naturalmente pertenece. No se trata del camino propio, sino de ocupar el centro, y desde allí, parada en su identidad, negociar con ductilidad un proyecto y una forma de relación, que pueda luego defender decididamente. Sea porque Guillier decidió ir a escuchar a la gente en vez de dialogar con ellas y los partidos su proyecto, o por los motivos que fuere, ese proyecto no se ha explicitado. Resuelta una primaria, no habrá condiciones para hacerlo negociando, pues habrá un vencedor y un vencido. De aquí a la primera vuelta hay tiempo, siempre que no andemos a empellones. No sincerar los problemas y diferencias puede evitar conflictos hoy, pero para la DC sería a la larga una sentencia de muerte.
Tal vez algo así haya motivado la decisión de Carolina. De eso sabremos más hoy.