Aceptémoslo. Esta es otra saga más de superhéroes. Reemplace capas por autos, la banda sonora triunfante por reggaetón, y los efectos especiales de destrucción masiva por, eh, efectos especiales de destrucción masiva. Están también la galería interminable de personajes que entran y salen, la mitología llena de villanos, venganzas y traiciones y, por supuesto, el melodrama de una "familia" que sobrevive gracias a la entereza de su patriarca, Dominic Toretto (Vin Diesel). Esta vez, la villana de turno es Charlize Theron, una hacker cuyas capacidades están más cerca de la hechicería que de otra cosa. Ella reclutará a Dominic a la fuerza, con un secreto que está para final de capítulo de la teleserie. Lo que normalmente es un festín de excesos más o menos construidos alrededor de diversos medios de transporte (un submarino debuta esta vez), tiene ahora el agregado de la omnipotencia tecnológica de estos hackers súper poderosos, así que muy pronto la realidad (y las reglas de la física) salen volando por la ventana, y lo único que importa es ver a superhombres haciendo cosas imposibles (como La Roca desviando un torpedo con un brazo, por ejemplo), mientras la ganadora del Oscar da órdenes delante de una pantalla. En estos campos la película cumple y divierte, pero no es para todos. Pero si Helen Mirren pudo unirse a esta "Ocean's 11" tuneada y con explosiones, todos podemos. "The Fate of the Furious". EE.UU., 2017. 136 minutos. TE.