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Editorial
Lunes 27 de marzo de 2017
Enfoques internacionales
En un agitado Día del Mar, Bolivia conmemoró el 23 de marzo otro aniversario de la derrota sufrida en 1879, en Calama. En medio de dos acontecimientos que intentó capitalizar, el Presidente Evo Morales pronunció un agresivo discurso y falsas denuncias en contra de Chile. Dos días antes, la Corte de La Haya había recibido la réplica de Bolivia a la contramemoria chilena, en el juicio para que se condene a Chile a negociar una salida soberana al mar. La sola entrega de ese documento fue presentada como una victoria de Bolivia.
Evo se apropia del Día del Mar
La Cancillería chilena, respetando la reserva sobre los términos de la réplica, ha reiterado su total confianza en su defensa judicial de la soberanía nacional, señalando que el texto entregado en La Haya no contiene novedades. Corresponde ahora a Chile presentar su dúplica antes del 21 de septiembre próximo, para luego pasar a la etapa oral del proceso, que concluirá el año siguiente.
El discurso del Día del Mar también fue dramatizado por la detención, en los días previos, de dos militares y siete funcionarios aduaneros bolivianos por Carabineros, que los sorprendieron en territorio nacional mientras -según los involucrados- pretendían ejercer funciones policiales. Anticipándose a las autoridades chilenas, el Presidente Morales anunció las aprehensiones, agregando la falsedad de que el episodio había ocurrido en territorio boliviano. El Presidente Morales sostenía que los bolivianos habían sido secuestrados por los efectivos chilenos como parte de una política agresiva de Chile hacia Bolivia.
Si bien habría sido deseable que los detenidos hubieran sido expulsados prontamente tras comprobar sus identidades y las circunstancias de su captura, el Gobierno ha reaccionado con serena firmeza, al rebatir a Morales y demostrar que Carabineros y la justicia chilena procedieron correctamente. El hecho de que el abogado defensor de los ahora procesados haya sido una autoridad del gobierno interior y destacado miembro del Partido Comunista, integrante de la coalición gobernante, introduce confusión acerca de la unidad nacional mostrada por el resto del espectro político chileno.
Mientras el ministro de Defensa de Bolivia anunciaba el traslado de nuevas unidades militares a la frontera, supuestamente para controlar el contrabando, en su discurso del Día del Mar el Presidente Morales anunció nuevas denuncias ante los foros mundiales sobre el incumplimiento de Chile del libre tránsito contemplado en el Tratado de Paz de 1904, apropiación de las aguas del Silala y violación de los derechos humanos de los detenidos. Todo es parte de la campaña comunicacional de Evo que apunta a su compleja reelección, que lo habilitaría para eternizarse en el poder, previo un nuevo intento de reforma constitucional, antes frustrada por su derrota en el plebiscito de 2016.
Los acontecimientos fronterizos aconsejan fortalecer el control limítrofe y la oportuna coordinación entre la Cancillería, Carabineros y los servicios judiciales.
Nuevos desafíos para Temer
Desde que el pasado 31 de agosto, cuando la Presidenta Dilma Rousseff renunciara, para evitar su destitución, su sucesor, el Presidente Michel Temer, ha sorteado graves adversidades y logrado reformar la Constitución, a fin de congelar el gasto público por los próximos veinte años. Asimismo, ha iniciado una reforma previsional, también para reducir el abultado déficit fiscal, del orden del 10% del PIB, con el propósito de limitar el colapsado régimen de pensiones. Además, ha impulsado privatizaciones y flexibilizaciones a favor de la inversión y emprendimiento privado; en particular, en infraestructura y petróleo y gas.
Paralelamente, el Mandatario ha reducido la inflación y la tasa de interés y detenido la caída de la actividad económica, sobre el 3,5% en promedio en los últimos dos años, para proyectar un modesto crecimiento del 0,5% para el año en curso y reactivar la economía a partir del siguiente.
Todo transcurre en medio de la elevada impopularidad de Temer, un alto desempleo y el escándalo político por los procesos judiciales del caso denominado Lava Jato, que detectó una billonaria red de corrupción en la empresa estatal Petrobras, coludida con empresas privadas y con el Partido de los Trabajadores, en beneficio de dirigentes políticos de gobierno y de la oposición. La investigación alcanza a políticos extranjeros de Latinoamérica y de África, en una combinación de sobornos a autoridades, pago de campañas electorales y contratos de obras públicas en el extranjero, que en algunos casos ha significado la asignación de las obras a otras empresas de distintas nacionalidades.
Temer experimenta la amenazante solicitud, ante el Tribunal Superior de Justicia, para investigar a cerca de 80 figuras políticas. Entre ellos se encontrarían los ex presidentes Lula y Rousseff, los presidentes del Senado y de la Cámara de Diputados y varios ministros, incluyendo a los de la Presidencia y de Relaciones Exteriores.
A lo anterior se agrega el descubrimiento de sobornos en las plantas que procesan carne brasileña para la exportación. Los ilícitos permitían obtener la certificación de buena calidad sanitaria de productos en mal estado. Los países importadores, incluido Chile, procedieron a suspender indiscriminadamente el ingreso de carnes brasileñas. Brasil respondió anunciando represalias, logrando luego que las prohibiciones se circunscriban a determinadas plantas. La pérdida de exportaciones se estima superior a los US$ 1.500 millones. El episodio es otro elemento de desprestigio para la imagen de Brasil en el mundo.
Tanto la suspensión de las importaciones de carnes como la de las obras de las constructoras brasileñas involucradas en el extranjero presentan oportunidades para empresas chilenas de mejores precios por la menor oferta de carnes y por la continuación, a su cargo, de algunas construcciones.
La potencia y la moderación de Brasil logran, hasta ahora, vencer las formidables adversidades.