La primera versión de "Silencio" (1971), la novela de Shusaku Endo, escritor japonés y católico, fue dirigida por el prestigioso Masahiro Shinoda, y la película, nominada a la Palma de Oro en el Festival de Cannes.
Martin Scorsese, después de 45 años, filma un remake que mantiene la mirada serena, triste y contemplativa de esa primera película, donde la religión es como la naturaleza: misteriosa e inmutable, a veces bendición y tantas veces maldición.
Es raro ver una película sobre religión que finalmente no juzga ni condena, porque Scorsese filma con serenidad y sin ira, pero con desconsuelo.
Entre roqueríos, acantilados y océanos aparece el mismo mar y las viejas creencias, con sus olas y mareas que son eternas, siempre así: marea alta y baja, unos creen y otros persiguen.
La película contempla un luminoso atardecer, pero también a un trío de japoneses que muere crucificado, ahogado y quebrado por la fuerza del oleaje.
Esa gente pobre resiste la tortura, porque cree que hay otra vida. Una mejor, por cierto, que la que padecen los católicos perseguidos en el Japón medieval del siglo XVII; y si mueren en martirio entonces no hay dudas: santa y además eterna.
Esas enseñanzas las aprendieron de los sacerdotes jesuitas que hace años fueron expulsados de Japón, pero esa llama no ha muerto, vive entre ellos, y los instantes más conmovedores de "Silencio" son cuando esos japoneses vuelven a pronunciar una de las palabras prohibidas por el orden de los nobles: "Padre".
Y entonces se postran felices y esperanzados ante los recién llegados, los sacerdotes Rodrigues (Andrew Garfield) y Garupe (Adam Driver), que dejaron Lisboa en busca de Ferreira (Liam Neeson), su maestro y mentor, del que no hay noticias, pero sí graves rumores: sería un renegador de su fe.
Creen en la hostia consagrada y el valor de la misa, se quieren los unos a los otros y en eso que les enseñaron: nunca negar la fe, aceptar las consecuencias y morir en el tormento, para llegar a un lugar que se escribe con mayúscula: Paraíso.
Por todo esto pronuncian con cariño y reverencia la palabra "Padre", porque ya no están solos ni abandonados.
Garupe, primero, y después Rodrigues, probarán su fe, pero eso no es lo peor, también serán testigos de la semilla que han propagado.
El guía y traductor Kichijiro, en ambas versiones, es el personaje más complejo y retorcido de la historia.
Fue interpretado por Mako en la película de 1971 y por Yosuke Kubozuka en la de Scorsese.
El personaje puede vender su fe si el precio es alto y arrepentirse si nadie se lo cobra. Le horroriza el dolor y entiende que la traición es un punto de vista, porque sabe de lo que son capaces los miembros de su especie cuando se trata de poder y religión. A veces repta, tiembla, se escabulle o reza.
Lejos están la religión y la naturaleza, tan eternas, inmutables y silenciosas.
Lo que está cerca es el gran protagonista del cine de Scorsese: el maldito ser humano.
"Silence". EE.UU.-Taiwán-México, 2016. Director: Martin Scorsese.
Con: Andrew Garfield, Adam Driver, Yosuke Kubozuka.
161 minutos. Mayores de 14 años.