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Cartas
Jueves 09 de marzo de 2017
Un abuso inaceptable
Señor Director:
El artículo 1.806 del Código Civil prescribe que tanto los impuestos fiscales y municipales como "las costas de la escritura y de cualesquiera otras solemnidades de la venta, serán de cargo del vendedor; a menos de pactarse otra cosa". Sucede en la práctica comercial, sin embargo, que las empresas inmobiliarias suelen imponer a los compradores de casas o departamentos vendidos por su intermedio el pago completo de los derechos notariales y del Conservador de Bienes Raíces, a través de una cláusula, incorporada unilateralmente en los contratos de promesa y definitivo, que revierte la regla legal, por cierto sin recabar el consentimiento de su contraparte.
En tal escenario y desde hace algún tiempo -no se trata de un fenómeno del todo nuevo- se viene avasallando vistosamente el marco de la justicia conmutativa aristotélica, reflejada en ese precepto, por quienes -en este caso las inmobiliarias- manifiestamente ostentan una posición dominante. De paso, se incumple la letra y el espíritu de la norma reseñada, refugiándose en el pretexto de una "costumbre" casi inveterada, para neutralizar de plano, con la arrogancia del más fuerte, toda invocación del comprador para que se aplique efectivamente la regla que lo favorece.
Adquirí recientemente un departamento en verde en la comuna de Ñuñoa. Me opuse tenazmente a la consabida cláusula abusiva, si bien terminé por allanarme, para no perturbar la operación, que se había trabado, suscribiendo la promesa redactada por la empresa. Cuando replanteé mi posición, proponiendo al tiempo de la escritura definitiva que a lo menos los costos notariales fueran compartidos, se me replicó que no se podía, por haber yo manifestado previamente mi "consentimiento libre y espontáneo" en orden a asumirlos.
Soy abogado y con trayectoria profesional, pero me sentí violentado. Recordé a Lucas 23, 31: "Si hacen eso con el leño verde, ¿qué harán con el seco?...", o sea, con la gente más humilde que ni siquiera puede reclamar.
Domingo Hernández Emparanza