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Editorial
Lunes 06 de marzo de 2017
Supresión de las tareas escolares
Eliminar las tareas puede tener efectos adversos de compleja corrección en los últimos años de escolaridad...
Cómo lograr una educación de excelencia, independientemente del tipo de sostenedor, ha sido el tema central de la discusión en torno a la calidad de la educación, en la que se ha puesto de relieve el liderazgo del profesor, el trabajo en el aula, la autonomía de las comunidades educativas y la colaboración de la familia para apoyar y reforzar el proceso de aprendizaje en labores que comprenden diversas actividades, entre las cuales se cuentan las tareas post jornada escolar.
Diversos parlamentarios, haciéndose eco de un movimiento de apoderados que impulsa el término de las tareas, presentaron un proyecto de ley que se aprobó en general en el Senado -pero que no ha contado con el respaldo decisivo del Ejecutivo, más proclive a moderarlas que a eliminarlas-, lo que ha generado polémica en el ámbito académico, debido a su impacto en términos educativos.
Sorprende que el alcalde de Las Condes -ex ministro de Educación- haya decidido aplicar esta medida a los alumnos de prekínder a octavo básico, en seis establecimientos escolares de su comuna. En reemplazo de las tareas, ha propuesto la opción de talleres extraprogramáticos después de la jornada, con el fin de ayudar a los apoderados que trabajan.
Los estudios comparativos indican que un escolar chileno destina un menor número de horas a la semana a hacer tareas que el promedio de sus pares de los países de la OCDE, sin que haya evidencia respecto de un efecto adverso en aquellos estudiantes que les dedican mayor cantidad de tiempo a estas labores en su hogar. Por el contrario, se considera un medio apropiado para reforzar materias o superar carencias en el aprendizaje, siendo -además- una oportunidad para que los padres conozcan, apoyen y complementen el aprendizaje de sus hijos, inculquen disciplina, perseverancia y hábitos de estudio, particularmente en los años iniciales. A juicio del alcalde, es durante la enseñanza media cuando los estudiantes deben reforzar el ritmo de estudio para poder acceder a la educación superior. Sin embargo, el proceso educativo es un continuo fuertemente influido en su buen desarrollo por los procesos de aprendizaje de la edad temprana, por lo que acciones como las anunciadas pueden tener efectos adversos de compleja corrección en los últimos años de escolaridad y -a la vez- profundizar la brecha existente en la calidad de la enseñanza municipal y la particular.
La complejidad de los procesos de aprendizaje requiere prudencia en la adopción de medidas como las anunciadas, que suelen ser populares pero riesgosas, más aún al no ser respaldadas por estudios, investigaciones y evaluaciones expertas que permitan determinar el impacto de suprimir las tareas y la autonomía del profesor para encomendar actividades complementarias a sus estudiantes fuera del horario de clases.