¿Cómo hacemos los que intentamos defender el torneo local, los que vamos al estadio, los que tratamos de conocer a los jugadores, los que revisamos las bases de los campeonatos, los que nos preocupamos de la punta, pero también del descenso, cuando en menos de un año dos clubes bolivianos dejan fuera de carrera a instituciones tradicionales del fútbol chileno?
Los argumentos tambalean frente a esta realidad.
El año pasado el ignoto Real Potosí marginó de la Copa Sudamericana a Universidad Católica. Impensable, pero ocurrió. Este jueves, Unión Española se fue humillada del Hernaldo Siles de La Paz, en el marco de la tercera fase clasificatoria de la Copa Libertadores. The Strongest le endilgó un brutal 5-0, en una noche en la que el conjunto de Martín Palermo no generó ninguna situación de riesgo.
Antes, Colo Colo fue eliminado en una llave cerrada por Botafogo, que avanzó a la fase de grupos al superar por penales a Olimpia. En el caso de los albos, como sucedió frente a Independiente del Valle (2016), Independiente Santa Fe (2015), Cerro Porteño (2011) y Palmeiras (2009), no supo abrochar el partido que requería en el Monumental. Tema reiterado de nuestros representantes en la escena internacional, en especial en la Libertadores.
O'Higgins, por ejemplo, en 2014, dudó frente a Cerro Porteño en el Monumental y perdió un penal decisivo en el cierre ante Lanús, cuando El Teniente se abrió de manera excepcional. En 2015, Palestino superó en la ronda inicial a Nacional de Montevideo, accediendo a la fase grupal. El duelo clave era con Wanderers de Uruguay. En Santa Laura, Pablo Guede se equivocó en la formación, desarmó lo que venía funcionando bien, corrigió en el segundo tiempo, pero no le alcanzó.
En el caso de Universidad de Chile, el cheque en blanco que entregó a Sebastián Beccacece marcó su eliminación ante el modesto River Plate uruguayo en 2016. No poner a Mathías Corujo y Guzmán Pereira, seleccionados orientales a la fecha, ante un rival que no poseía ninguno se instala en el anecdotario de lo insólito.
Los campeonatos internacionales no admiten dudas ni tonterías. Por eso la expulsión de Jorge Ampuero, capitán y pieza determinante en el fondo de los hispanos, al concluir el empate ante The Strongest, acaba como un dato fundamental. En un plantel corto, con pocas opciones en la zaga, con la ausencia por lesión de Nicolás Berardo, lo de Ampuero es inexcusable. En un cotejo decisivo siempre se necesita experiencia y voz de mando. Unión no la tuvo. Fue un cuadro tibio, que antes de los 25 minutos estaba eliminado.
Sin caer en la autocomplacencia, ni tampoco en el facilismo de encontrar todo malo para satisfacer lo que quiere escuchar el hincha dolido o molesto, la realidad es que nuestros clubes, jugadores y entrenadores naufragan en el campo internacional. Con seguridad, habrá variadas recetas para salir del pozo. Una antigua, pero que no pierde vigencia es entender que la Copa Libertadores posee un idioma propio, sin espacio para los titubeos. En la mitad del campo se construye buena parte del éxito, con un volante de contención bien marcado y mucha intensidad.
Ahora, si los defensores fallan, como ocurrió en el gol en Santa Laura y en la apertura en La Paz, no hay táctica que aguante.