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Editorial
Sábado 25 de febrero de 2017
Temas Económicos
"En múltiples dimensiones, Chile ofrece las mejores condiciones de vida y progreso en la región. El masivo arribo de inmigrantes así lo refleja. Sin embargo, la institucionalidad actual no parece adecuada ante la nueva realidad...".
Debate sobre la inmigración
En Chile la inmigración ha experimentado un crecimiento importante desde los 90 y el fenómeno incluso se ha acelerado en los últimos años. La situación ha motivado un interesante debate público, en el que los elementos económicos y sociales deben ser parte de la discusión. Un correcto diseño de políticas migratorias puede ser un motor de desarrollo.
En un reciente informe del Observatorio Iberoamericano sobre Movilidad Humana, Migraciones y Desarrollo (Obimid), se reconoce que si bien los flujos migratorios en Chile están generalmente motivados por la búsqueda de mejores condiciones laborales, en muchos casos se trata de una migración forzada por contextos de origen, caracterizados por la violencia social y estructural. La búsqueda de estabilidad política, además de la económica, también impulsa el movimiento de las personas entre países.
Todas las anteriores dimensiones explican el aceleramiento de la llegada de extranjeros a Chile observado durante los últimos años. En particular, el Departamento de Extranjería y Migración estimó en 2014 que el número de migrantes permanente residiendo en Chile alcanzaría los 411.000, lo que correspondería aproximadamente al 2,3% de la población nacional. Sin embargo, solo durante 2015 se otorgaron 48.836 permisos de residencias definitivas, lo que significó un aumento de 35,6% respecto de las permanencias definitivas otorgadas el año anterior y más de 10% de aumento en el número total de extranjeros residentes. En lo que se refiere a permisos de residencia temporal -que también pueden representar tendencias de asentamiento futuro- se destaca un fuerte incremento en las visas otorgadas a venezolanos (192%) y haitianos (144%) en relación con 2014.
Por cierto, a pesar de la nueva ola migratoria, la proporción de población extranjera residente en Chile todavía está lejos del promedio de los países desarrollados, donde alcanza al 11,3% de la población (ONU, 2015). Entre los países latinoamericanos, Argentina y Venezuela son los que tienen un mayor porcentaje migrante, con 5,2% y 4,5% respectivamente.
Beneficios económicos
La evidencia es clara en señalar el beneficioso impacto de la inmigración sobre el crecimiento económico. Un reciente estudio del Fondo Monetario Internacional (FMI) encuentra que un aumento de un punto porcentual en el porcentaje de inmigrantes en la población adulta hace subir el PIB per cápita de las economías avanzadas hasta en 2% en el largo plazo.
Dos canales serían los principales responsables de este resultado. Por un lado, al ser los migrantes predominantemente personas en edad de trabajar, se revitaliza el mercado del trabajo. Por otro lado, pueden existir efectos directos sobre la productividad, sobre todo cuando los inmigrantes tienen altos niveles de capital humano o habilidades que sean complementarias a las de los residentes nacionales.
Estos argumentos han sido levantados por los expertos en Estados Unidos para cuestionar las recientes medidas de Donald Trump en contra de los inmigrantes. De hecho, esta semana el Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos emitió nuevas reglas para la seguridad fronteriza como parte de la campaña contra la inmigración ilegal, las cuales incluyen la contratación de 15.000 nuevos agentes para la seguridad fronteriza y de inmigración y una ampliación del universo de personas susceptibles de ser deportadas. Todo aquel que haya violado las leyes de inmigración podrá ser detenido y deportado. La cifra, se estima, supera los 11 millones de personas. No solo los costos económicos de llevar a cabo estos esfuerzos o los emocionales para las familias afectadas, sino también el costo agregado para la economía en cuanto a un menor crecimiento, hacen que el resultado de la agenda presidencial esté en duda. El debate recién comienza en un país donde la inmigración ha sido un pilar fundamental de su estrategia de desarrollo.
El debate local
En múltiples dimensiones, Chile ofrece las mejores condiciones de vida y progreso en la región. El masivo arribo de inmigrantes así lo refleja. Sin embargo, la institucionalidad actual no parece adecuada ante la nueva realidad.
La ley de migraciones en Chile está contenida, principalmente, en el Decreto Ley 1.094, que data del año 1975. Las necesidades migratorias ameritan una revisión de la normativa actual, ya que deben incluir la definición de derechos y deberes de los inmigrantes, como también un mejor diseño de visas y permisos de trabajo para la atracción de extranjeros con altos niveles de capital humano. Del mismo modo, es necesario consensuar los criterios de expulsión y examinar los antecedentes que permiten el ingreso y permanencia ilegal en el país. Y por cierto, es sumamente necesario mejorar la información existente en este ámbito. Mientras el Gobierno estima que cerca de 465 mil son los extranjeros que viven en el país, otros expertos señalan que la cifra sería mayor (cerca de 600 mil).
Chile puede dar un ejemplo al mundo con un diseño de políticas migratorias modernas que beneficien a los nacionales y extranjeros que apuesten por progresar en el país. Una revisión de la normativa es prioritaria y su aplazamiento es inconveniente y costoso en el largo plazo.