Claudio Bravo no tiene para cuándo recuperar el arco en el Manchester City. Salvo una inesperada lesión de Willy Caballero, el portero de la selección nacional tendrá que conformarse con jugar torneos de segunda línea en Inglaterra y mirar sentado la Premier League y la Champions, como ni el más pesimista imaginaba que lo haría hace cinco meses. Hoy es reserva, perdió su puesto, la confianza del entrenador y de la hinchada, principalmente por errores propios y secundariamente por responsabilidades ajenas. Y si tampoco ha extraviado su conocida seriedad, tendrá que asumir que la espera en la banca será larga.
A diferencia de su última temporada en Barcelona, habrá que decir esta vez que el respaldo del técnico fue más que razonable. Aunque Bravo en España nunca estuvo cerca de igualar el irregular rendimiento que ha tenido en Inglaterra, es notorio que la cercanía de Luis Enrique con el chileno no es asimilable a la que tiene Pep Guardiola. El actual entrenador catalán siempre marcó distancia verbal y no le dio espacio alguno para sentirse realmente "intocable" en la portería; tanto así, que finalmente fue su actitud la que le dio el empujón final para que partiera a Manchester. Guardiola, en contrapartida, no solo lo llevó al City con un contrato extraordinario para la edad sino que también como titular indiscutible, asumiendo el costo de desprenderse del histórico Joe Hart. Y lo principal: lo amparó durante toda una seguidilla de discretas actuaciones de él y de su zaga, hasta que la presión fue insostenible y lo dejó caer.
El problema puntual de la falta de continuidad de Bravo tiene una proyección inquietante que de seguro se agudizará cuando nos acerquemos a los compromisos clasificatorios mundialistas y veamos que el chileno no hizo arco competitivo durante un par de meses, porque el principio activo que siguió Guardiola con Bravo será el mismo que ocupará con Caballero. Entonces, la eventual recuperación de la titularidad no vendrá después de un mal partido del meta argentino, sino que tras un rendimiento decreciente en el tiempo. Al chileno, Pep lo avaló por lo menos durante dos meses y medio antes de marginarlo a la banca. Para el partido con Argentina en Buenos Aires estamos prácticamente a un mes: no se ve por dónde el capitán llegue en un estado ideal.
¿Qué hacemos con Bravo? La incógnita no se develará a corto plazo. Probablemente tengamos que hacer lo mismo que él: sentarnos a esperar. Pero el chileno ha dado pruebas en el tiempo de tener un poder de recuperación sobre el promedio, y quizás en este episodio su paso por la selección, en el que su titularidad sí que no tiene discusión, sea un punto de inflexión para retomar el desafío en Manchester City. Porque en consideración de los objetivos superiores del fútbol chileno, en este capítulo es mejor ver el vaso medio lleno.