Su primer tiempo ante Huachipato es lo mejor que se le ha visto a la U desde el arribo de Hoyos a la banca. Nadie podría decir que se trató de un equipo que "no juega a nada". Pero sí se dijo después del partido, una vez consumada la derrota.
¿Fueron dos equipos azules en 90 minutos? Sí. ¿Y fueron dos los acereros? También. ¿Qué fue primero o qué fue más importante? Se reciben apuestas...
Básicamente, los del acero (en desventaja desde los 6 minutos) adquirieron agilidad en la salida (apoyados en el don de organización defensiva de Sepúlveda), se activó Valenzuela (decisivo) y entonces pudieron aparecer Sagal y el paraguayo González para generar problemas ahí donde a la U tanto le duele.
Siempre se ha dicho que Jara cumple bien cuando está acompañado de un gran central (como Medel, ¿me creería?). Y que Vilches también luce según su compañero de área (¿Barroso, por ejemplo?). No es casual, entonces, lo que les viene pasando. Como que Vilches pierda una pelota saliendo y que Jara pare el remate subsiguiente con la mano. Penal, empate parcial y el derrumbe.
Obviamente, hay inseguridad en el equipo por el desempeño de sus centrales. Es como un arquero que no da confianza: genera temor entre jugadores que sienten permanentemente expuesta su retaguardia y viven a la espera de alguna chambonada. Es una expectativa endemoniada que no se resuelve sino con mucho tiempo sin errores. Y, a la inversa, cuando se repiten, profundizan aquella inseguridad y la hacen crónica. El problema se instala en la cabeza y en el ánimo.
La U siempre ha sido un equipo, un plantel, una hinchada y una dirigencia altamente emocional. Incluso en los tiempos del Ballet había conflictos al interior que no trascendían por los triunfos. En toda época fue así, salvo al parecer en los años fundacionales. Estas situaciones siempre sensibles afectaron también al rendimiento deportivo y hubo un período que solo se interrumpió con la dirección técnica de Arturo Salah, que logró equilibrio en las relaciones.
Hoy, el tema vuelve a darse con mucha intensidad, pero esta vez al interior del plantel.
En la semana del partido, Ontivero nos enteró de que el día del debut "le temblaban las piernitas", lo que generó un debate ramplón sobre si era eso algo común en todos los jugadores.
En los mismos días, la "Gata" Fernández aclaraba que él "no es más de lo que ha mostrado" y abrió la puerta a irse del club antes de lo acordado.
Simultáneamente se generaba crítica al discurso repetido de Hoyos, que se viene haciendo inconsistente en su defensa del plantel.
Coincidentemente, los apuntes previos tocaban aspectos psicológicos. Y cuando se pregunta a los cercanos sobre el fondo del problema, se refieren a lo mismo. Pareciera no haber salida.
Y eso no resuelve que Fernández no tenga ubicación en el terreno, encerrado entre el tremendo despliegue de Lorenzetti (estrenándose como chileno) y Beausejour. Y sin que él haga nada por ubicarse. Tampoco resuelve que Ontivero haga algún aporte. Ni que sus centrales ofrezcan alguna garantía. Serviría, eso sí, para que no los derrumbe un gol en contra.