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Cartas
Martes 14 de febrero de 2017
Aborto y salud mental
Señor Director:
En general, la literatura científica ayuda a tomar decisiones informadas en la medida que la evidencia mostrada sea científicamente sólida, haya sido obtenida de manera adecuada y su interpretación esté libre de influencias ajenas al rigor científico y a la búsqueda desinteresada de la verdad.
En esta tribuna, cuatro conocidos psiquiatras citan referencias bibliográficas que según ellos sustentan que el aborto por malformaciones severas del feto y luego de violaciones no solo no es terapéutico, sino que la interrupción del embarazo genera mayor trastorno psicológico que la continuación del mismo. Los estudios mencionados por estos profesionales carecen del diseño metodológico apropiado para llegar a las conclusiones que ellos señalan.
1) Ninguno de los estudios mencionados tiene evaluación psiquiátrica o psicológica previa al embarazo complicado con un feto malformado. Por ello, deducir que es el aborto lo que genera trastornos psicológicos mayores, es una interpretación sin fundamentos. La única manera de responder esta cuestión es estudiando el efecto del aborto en poblaciones como las de algunos países nórdicos y el Reino Unido, donde existen registros nacionales de todas las atenciones sanitarias de la población; desde que nacen hasta la muerte. Solo así es posible comparar las veces en que una mujer consultó a profesionales de salud mental antes del embarazo y después del mismo, y cómo se comparan unos y otros. Pues bien, los estudios nacionales existentes usando esa metodología no demuestran un agravamiento de la salud mental como consecuencia directa del aborto.
2) Los estudios referidos por los doctores carecen de un grupo control adecuado. Comparan el compromiso psicológico de mujeres que se ven enfrentadas a abortar en un embarazo muy avanzado (segundo a tercer trimestre) y complicado con un feto malformado; y usan como grupo control a mujeres con partos prematuros con fetos normales y otros partos de término también con fetos normales. Por cierto, no tienen como grupo control mujeres que fueron forzadas a continuar con su embarazo hasta el parto. Pareciera ser que para los profesionales en referencia, el vivir un embarazo con malformaciones severas no constituye un hecho traumático en sí mismo. Los grupos controles son entonces inapropiados en comparación al drama de llevar un feto con malformaciones severas.
3) Todos los estudios referidos por los médicos psiquiatras y la literatura general hacen referencia al efecto beneficioso para la salud mental que representa el apoyo social y especialmente el apoyo de la pareja masculina frente al aborto. Los estudios referidos dan cuenta también del efecto agravante que puede tener, es decir, un nivel educacional muy básico, el ambiente familiar hostil, la falta de compromiso de la pareja y la pertenencia a grupos religiosos acusadores.
4) Por último, lo que los doctores no mencionan es que en uno de los estudios por ellos reseñados se concluye que solo el 2,7% de las mujeres lamentaron haber hecho el aborto; y el estudio longitudinal de EE.UU. dice explícitamente que luego de tres años la mayoría de las mujeres estiman haber tomado la decisión correcta al interrumpir el embarazo.
Es iluso pensar que un aborto no tenga consecuencias psicológicas. Siempre las hay y son de mayor gravedad cuando la mujer tiene trastornos de personalidad previos al embarazo y cuando está sola o se siente socialmente juzgada. Lo que está en discusión es si forzar a la mujer a continuar con un embarazo no deseado es mejor o peor que darle el apoyo de su comunidad y del Estado para abortar o para continuar el embarazo de la manera menos traumática posible.
En los estudios mencionados por los doctores, la gran mayoría de las mujeres estimaron haber tomado una decisión correcta al interrumpir su embarazo. Por cierto, saber si eso fue mejor que haber continuado con la preñez, no se puede demostrar. Entonces, lo que el Estado debe decidir es si frente a una duda razonable es preferible perseguir penalmente a las mujeres que deciden abortar o proveerlas del apoyo médico y social para que puedan vivir de la mejor forma posible la determinación que decidan tomar.
Dr. Fernando Zegers Hochschild
Programa de Ética y Políticas Públicas en Reproducción Humana
Universidad Diego Portales